Choque entre taxis en la Avenida Cuauhtémoc: el oficio del volante y la competencia que no perdona
En Tuxpan, Veracruz, las calles cuentan sus historias en choques y cláxones, y este jueves a las dos de la tarde no fue la excepción. En la Avenida Cuauhtémoc, a la altura de la calle Tancoco, dos taxis, con prisa y quizás algo más, encontraron su destino en un leve pero ruidoso encuentro de metales.
Erick Andrés «P», un hombre de 44 años y vecino de la colonia Anáhuac, iba al mando de su Nissan V-Drive, taxi #14. Los colores blanco y rojo del vehículo, oficiales como su permiso para trabajar, poco podían contrastar con el rostro de apuro que llevaba al volante. Al otro lado del percance estaba Graciano «P», de 59 años, un veterano de la colonia Escudero, en un Nissan March sin placas pero igualmente pintado para el servicio. Su taxi, el #1524, quedó a merced de las líneas cruzadas de este pequeño drama urbano.
No hubo heridos, solo el crujido de la lámina y las miradas acusadoras de quienes llevan el día a cuestas y el pasaje como único premio. Uno pensaría que los taxistas, hijos de un oficio tan duro como cualquier otro, encontrarían en el gremio una suerte de solidaridad. Pero no, aquí el metal se cruza con más frecuencia de la que se admite en voz alta.
En Tuxpan, el volante es arma y escudo, y el asfalto un campo de batalla donde cada cliente es un trofeo. Ni siquiera entre ellos, compañeros de ruta y rivales a la vez, logran respetarse. Quizás sea la prisa, quizás la competencia feroz, o quizás, solo quizás, el eco de una ciudad que no perdona pausas. En este oficio, el único respeto se lo lleva el siguiente pasaje.