La administración de Lupita Rodríguez ha desatado la indignación de Tamiahua al anunciar la reducción de la tradicional fiesta de Carnaval, una celebración que ha sido un pilar económico y cultural para Tamiahua durante décadas. Tradicionalmente, la fiesta de Carnaval se caracteriza por tres desfiles vibrantes: uno el viernes, otro –siempre el más grande– el sábado, y el último el domingo. Sin embargo, en un intento de «innovación» y presunto ahorro de costos, Rodríguez ha decidido recortar la festividad, eliminando uno de los desfiles más esperados del fin de semana.

La decisión ha generado un clamor de descontento entre los residentes y comerciantes de Tamiahua. Los desfiles de Carnaval no solo son un símbolo de la identidad cultural de la ciudad, sino que también representan una inyección económica crucial. Durante estos días, Tamiahua recibe una afluencia masiva de turistas que llenan hoteles, restaurantes y comercios locales, generando una derrama económica significativa que sostiene a muchas familias y pequeños negocios durante todo el año.

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La lógica detrás de esta medida de «ahorro» de Rodríguez ha sido ampliamente cuestionada. ¿Ahorrar dinero? ¿Para qué, exactamente? La proximidad de las elecciones sugiere motivos ocultos, tal vez redirigiendo los fondos hacia otros intereses menos transparentes. Esta reducción no solo demuestra una falta de comprensión sobre el impacto económico del Carnaval, sino también una desconexión preocupante con las necesidades y tradiciones de la comunidad.

Un carnaval, bien gestionado, es una mina de oro para cualquier ciudad. Los ingresos derivados de la venta de entradas, el alquiler de espacios para comerciantes, la ocupación hotelera y el consumo en restaurantes y bares durante esos días son incalculables.

En Tamiahua, cada desfile no es solo una muestra de alegría y color, sino una oportunidad para que los emprendedores locales puedan beneficiarse de la mayor concentración de clientes del año. Los estudios económicos demuestran que por cada peso invertido en eventos de este tipo, la economía local puede recibir hasta diez pesos de retorno, gracias a la actividad económica que generan.

En mi Opinión Guadalupe Rodríguez, con esta decisión, no solo priva a los tamiahuenses de una jornada de celebración y orgullo comunitario, sino también de una fuente vital de ingresos. Una vez más, queda claro que la administración actual carece de la visión y sensibilidad necesarias para fomentar el bienestar de su gente. La pregunta sigue en el aire: ¿a dónde va a parar realmente el dinero «ahorrado»? Los tamiahuenses merecen una explicación y, más aún, merecen un Carnaval que esté a la altura de sus expectativas y necesidades.

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