En política, como en la vida, las oportunidades no se presentan dos veces… a menos que vivas en Veracruz.
La inminente vacancia de la diputación local del Distrito III, con cabecera en Tuxpan, ha abierto una ventana inédita para replantear la representación legislativa en la región. Daniel Cortina Martínez, el morenista que ganó con holgura el pasado 2 de junio, ha optado —con total legitimidad— por asumir la presidencia municipal de Tuxpan. Su suplente, Citlali Medellín Careaga, hará lo propio en Tamiahua, donde también fue elegida como alcaldesa. El resultado es un escaño huérfano y la necesidad legal, ineludible, de una elección extraordinaria.
El Congreso del Estado deberá solicitar al OPLE Veracruz que convoque a los ciudadanos nuevamente a las urnas, una medida que, lejos de ser un retroceso, puede ser vista como una nueva oportunidad para corregir o profundizar el rumbo.
Y entre los nombres que comienzan a sonar para contender por esta diputación, hay uno que no sorprende a nadie: José Rolando Núñez Uribe.
Sindicalista de formación, conocedor del entramado energético y figura con arraigo social, Rolando Núñez ya ha probado suerte en las urnas en 2018, y más recientemente ha sido visto en los círculos de Morena como aliado estratégico. No olvidemos que hace apenas unos meses, en una conferencia de prensa, el propio Núñez declaró abiertamente su apoyo a Daniel Cortina, gesto que no fue menor dentro de las filas guindas.
Su nombre aparece hoy en las conversaciones de café como un posible candidato de consenso. Es un hombre que ha entendido el poder de las alianzas, que conoce el territorio y que no viene a improvisar. Con un pie en la lucha sindical y otro en la operación política, su figura representa la continuidad del proyecto de la 4T en Veracruz Norte, pero con voz propia.
En mi opinión, la elección extraordinaria no es un accidente del destino, sino una segunda vuelta disfrazada. Y para quienes saben leer los signos del tiempo, puede ser el inicio de una representación más comprometida, más arraigada y, por qué no decirlo, más cercana a las causas reales de los tuxpeños, tamiahuenses, cazoneños y tihuatecos.
Veracruz, como siempre, ofrece sus paradojas. La política no se detiene y las sillas vacías tampoco esperan mucho tiempo. En este tablero de ajedrez, la próxima jugada será clave. Y si los partidos apuestan por perfiles con experiencia, trabajo territorial y lealtad probada, quizá ya tengan al candidato ideal.
Porque a veces, el destino también vota.