LOS MISÓGINOS
¡YA FALTA POCO PARA QUE SE VAYA CHABELO DE CAEV!
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No hay nada más triste que un hombre misógino. ¿Se les olvidará que son hijos de una mujer? O, ¿será por eso? ¿Se nace o se hace? Si se nace, ¿es entonces genético? Y si con la vida se han vuelto misóginos, ¿cuál fue la causa? ¿Por qué tuvieron una madre demasiado dominante? O, ¿por temor al poder de las mujeres? ¿Cuántas categorías de misóginos existen?
Misógino de Clóset. Es aquel que no se manifiesta como tal pero siempre se ríe de los chistes antifeministas. Este hombre insiste en mantener a la mujer bajo su autoridad como una protección necesaria de su propia debilidad. Si es soltero o divorciado, acostumbra salir con mujeres menos preparadas que él, más jóvenes e ingenuas. Por lo general no acepta la superioridad intelectual de ninguna mujer. Para él todas son mediocres y tiende a clasificarlas de la siguiente manera: la bonita es siempre tonta; la inteligente es fea y la bonita e inteligente es de “cascos ligeros”.
Misógino Edípico. Este tipo de misóginos aman y desprecian a su madre. La aman cuando está haciendo sus platillos favoritos, cuando tiene sus camisas planchadas y sus trajes impecables. La ama cuando calla a sus hermanas porque él está hablando, ¡faltaba más! Y cuando no le reclama cuando se le pasaron las copas. ¿Bajo qué circunstancias odian a la madre? Cuando opina políticamente, cuando no responde al papel tradicional de lo que debe ser su madre mexicana, cuando sus “cuates” bromean con ella; y si acaso es viuda, divorciada, o madre soltera, no soportan que tenga novio.
Misógino Agresivo. Este “machin” no solo agrede verbalmente, si no que muestra su hostilidad a golpes. Cuando debe es capaz de insultar hasta la misma Virgen de Guadalupe y frecuentemente es infiel. Disfruta haciendo llorar a una mujer. Pero lo que más goza es cuando le ruegan, le piden disculpas, le prometen no volverlo hacer y le dicen que no pueden vivir sin él. Le dice a su compañera: si me engañas te mato. Y adoran a la que les responde: ¡Pero si tú me engañas yo me muero!… En el fondo odian esta dependencia.
Misógino Tradicional. He aquí unas frases de su eterno discurso: “Las mujeres están mejor en su hogar”, “Una mujer intelectual no es una buena esposa”, “La educación universitaria y la ambición personal hacen de ellas unas malas esposas y malas madres”, “Las mujeres no pueden leer todo tipo de libros”, “Las mujeres que están siempre demasiado arregladitas y no se les mueve ni un sólo pelo, son frívolas y tontas”…
Misógino Cobarde. Esta categoría resiente cualquier tipo de independencia de las mujeres con una agresión personal. Entre más independientes, realizadas e inteligentes, más las odia. No permite que las mujeres escapen de su papel tradicional y condena dicho comportamiento. Está convencido de que la mujer es física, mental y moralmente inferior. Está tan arraigada su misoginia que constantemente lo traiciona, en sus conversaciones, en sus preferencias de lectura, en sus juicios respecto a mujeres destacadas y en la manera en que se relaciona.
Misógino Manipulador. Si es casado este hombre convence a la mujer de que es una “pequeña maravilla”, una “pequeña reina” y una “pequeña estrella” de su hogar. Le recuerda constantemente lo dichosa que la ha hecho: ¿Quién la quiere a mi mujercita? ¿Quién la hace tan feliz a esta muñequita? ¿Quién es la envidia de todas sus hermanas? ¿Quién pompó (sic) esa piedrota que trae en su dedito? Si es soltero le aconseja, mirándola directamente a los ojos que llegue virgen al matrimonio, siempre le está contando chistes de doble sentido. Si no los entiende, le cae mucho en gracia. Pero si los entiende se enoja mucho con ella.
Misógino Convencido. Aquel que pertenece a este no tiene ningún conflicto. Se asume como tal. Para el esta actitud es como una postura ideológica. Constantemente se apoya en las teorías de filósofos como Nietzche, Schopenhauer y Hesíodo. Están de acuerdo con escritores como Lawrence, Oscar Wilde o Camilo José Cela, han estudiado a Freud y como él, han llegado a la conclusión de que nunca llegarán a entender a la mujer.
Misógino Culpíjeno. Contrariamente al grupo anterior, tiene culpa, es Hamletiano: ¿ser o no ser misógino? Si no lo soy ¿seré menos macho? Y si lo soy ¿Seré injusto? Termina por pedirle perdón a su mujer, sin embargo, le recuerda que él es el hombre de la casa y que el trae el dinero. Si permite que su mujer trabaje, le hace notar que la casa esta desordenada, que nunca está con los niños. Se apiada de las madres solteras, pero eso sí, a sus hijas le dice: ¡A mí nunca me vayan a venir con su domingo 7!…