Tuxpan, Ver.– En el corazón de Tuxpan, una esquina siniestra ha cobrado vida propia, alimentada por tragedias automovilísticas que desafían cualquier explicación racional. En esta ocasión, un espeluznante accidente tuvo lugar en la confluencia de la calle 16 de Septiembre y Libertad, en la enigmática colonia Anáhuac, dejando a un hombre herido y a la población susurrando sobre fuerzas sobrenaturales en juego.

El protagonista del siniestro, Uziel Humberto Martínez García, un joven de 24 años, residente de la apartada colonia El Pedregal de Xochitepec, Morelos, guiaba su vehículo de la marca Volkswagen, un Vento de 2018, de blanco inmaculado, con placas RAJ626D de Morelos. Sin embargo, la insidiosa esquina se cobraría su cuota nuevamente.

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El tétrico relato de los testigos presenciales pinta un cuadro aterrador: Martínez García, conduciendo por la calle Libertad, desafió el imperio de las leyes viales al negarse a detenerse en el cruce, invadiendo la senda de un vehículo Nissan Tsuru, un fiel testigo de la tragedia, modelo 2017, blanco como un cadáver recién lavado, con acentos sanguinolentos en rojo y placas A124XEK del estado.

El otro actor en esta danza macabra respondía al nombre de José Leonardo Ramos de la Fuente, un anciano de 58 años, cuya morada se encuentra en la colonia Monte Grande de Tuxpan. Sin saberlo, Ramos de la Fuente se había convertido en el próximo sacrificio de la esquina condenada.

En un giro del destino, el choque resultó en un herido leve, aunque las heridas exactas de Ramos de la Fuente aún se mantienen en las sombras. La oscuridad y el misterio rodean su condición actual, mientras los habitantes de Tuxpan se preguntan qué malévolas fuerzas podrían estar en juego en esa enigmática intersección.

La ciudadanía ha bautizado a esta esquina infame con el nombre de «Esquina Siniestra», un apodo revelador de su reputación maldita. Desde la apertura del paso entre las colonias Cabo Alto, Cabo Rojo y Campo Real, ubicadas en los confines de la calle Libertad, innumerables tragedias han asolado la zona, dejando un rastro de sangre y horror en su estela. Pero los rumores se elevan aún más alto que las columnas de humo en la ciudad.

Cuentan los lugareños que en una de las casas de esa maldita esquina yace un santuario oculto dedicado a la Santa Muerte, una deidad oscura que ha despertado las peores pesadillas de la comunidad. Especulan que su presencia invoca una maldición ancestral, una influencia maléfica que condena a los conductores desprevenidos a la perdición en las fauces del destino.

Las autoridades, desconcertadas y perplejas, han iniciado una investigación minuciosa para desentrañar los secretos enredados en esta esquina fatídica. Pero mientras la verdad se esconde en la penumbra, la gente de Tuxpan se estremece y se pregunta cuántas almas más serán reclamadas por el poder oscuro que habita en la «Esquina Siniestra». El temor se cierne sobre la ciudad, mientras el velo del misterio se espesa, y la mortal danza continúa en la oscuridad.