Dos muertos en «La Unión»
Redacción / Forotuxpan
Tuxpan, Veracruz / 27de agosto de 2025
El calor de la tarde en La Rivera era el mismo de siempre: pesado, pegajoso, como si la ciudad entera sudara en silencio. Dentro de la tortillería La Unión, el ruido metálico de la máquina y el olor a maíz llenaban el aire. Vladimir Ortiz Guzmán, apenas un muchacho de 19 años, atendía su jornada. Alejandro Hernández Cruz, dueño del negocio, supervisaba con la mirada tranquila de quien conoce la rutina.
Entonces, la rutina se quebró. Un hombre joven, camisa gris, pantalón de mezclilla azul, entró caminando. Nadie lo detuvo, nadie preguntó nada. Solo levantó el arma y disparó a quemarropa. El estruendo se mezcló con el olor de la pólvora y las tortillas calientes. En segundos, la vida se extinguió sobre el piso.
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El asesino no corrió hacia el anonimato de la multitud, sino hacia las calles polvosas que llevan al templo mormón. Allí se perdió, dejando atrás dos cuerpos, un negocio roto y un barrio marcado por la violencia.
Las sirenas llegaron después. Policías, marinos, soldados. Acordonaron el libramiento Adolfo López Mateos como si pudieran contener con cinta amarilla el miedo que ya se había filtrado en cada vecino. Paramédicos revisaron los cuerpos, solo para confirmar lo que todos ya sabían: Vladimir y Alejandro habían muerto.
La Fiscalía recogió casquillos, tomó fotos, llenó papeles. Los familiares llegaron con los rostros desencajados, buscando respuestas que nunca llegan. Porque en Tuxpan, como en tantos lugares, la justicia suele andar más lenta que la sangre que corre sobre el piso de cemento.
Dos muertos en una tortillería. Una historia corta, brutal, de esas que el pueblo recuerda a media voz, mientras el asesino —quizás aún con olor a pólvora en la ropa— sigue libre en algún rincón de la ciudad.
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