La madrugada del 2 de enero quedó marcada por un accidente que dejó daños materiales significativos en el bulevar Independencia, pero también por una escena que ha indignado a la ciudadanía: la oficial de la Marina Marínelly o María Nelly  de los «S», responsable del percance, fue captada riéndose de manera burlona mientras era trasladada por la Policía Municipal. Su actitud, lejos de mostrar remordimiento, parece desafiar no solo a la autoridad, sino también a los principios que rigen su institución.

El Mini Cooper que conducía la oficial destruyó postes recién instalados, las icónicas letras monumentales de «Tuxpan», un pino decorativo y una jardinera junto con parte del barandal, quedando al borde del río. Los daños, propiedad del Ayuntamiento, representan no solo una pérdida material, sino también un golpe al orgullo tuxpeño. Sin embargo, lo que más ha resonado no son los destrozos, sino la conducta de la responsable tras el incidente.

El Nuevo Pekin

El Código de Conducta de la SEMAR establece valores fundamentales como el honor, la disciplina, la rectitud y la lealtad, los cuales deben regir la conducta de sus elementos tanto en su vida profesional como privada. En este caso, la actitud de la oficial violenta varios de estos principios:

1. Honor (Artículo 19): La risa burlona en un momento de responsabilidad y consecuencias refleja una falta de respeto hacia los ciudadanos y hacia la institución que representa.
2. Disciplina (Artículo 13): Al no mostrar compostura ni arrepentimiento, demuestra un incumplimiento del deber de mantener un comportamiento ejemplar.
3. Rectitud (Artículo 22): Este valor exige decisiones y comportamientos conformes a la moral, incluso en situaciones comprometidas. Burlarse de los hechos contradice este precepto.
4. Lealtad (Artículo 20): La lealtad implica subordinación del interés personal al colectivo. Una actitud burlona daña la confianza y cohesión institucional.

La risa de la oficial no solo es una afrenta a las autoridades locales y a los ciudadanos afectados, sino que también refleja un posible abuso de su posición. En palabras de los propios tuxpeños, esta conducta genera la sensación de impunidad y desinterés por las consecuencias de sus actos.

La Secretaría de Marina está ahora en el ojo público. Este incidente pone a prueba su compromiso con los valores que pregona y la necesidad de aplicar sanciones justas e imparciales. Según el Código de Conducta, las faltas éticas y disciplinarias deben ser investigadas y sancionadas para proteger la integridad de la institución.

Así que en mi opinión, en un país donde las instituciones militares gozan de respeto y confianza, este tipo de comportamientos amenazan con erosionar esa percepción. ¿De qué se ríe la oficial? Es una pregunta que va más allá de un gesto; es una invitación a que las autoridades reflexionen y actúen con firmeza para que el honor, el deber y la rectitud sigan siendo pilares de la Marina. Les dejo abajo el código de conducta de esta honorable institución, seguiremos informando…

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