
COMUNICADO A NUESTRA AUDIENCIA
En días recientes publicamos una nota que expuso un hecho delicado ocurrido en las inmediaciones del CETMAR No. 20. La nota generó reacciones diversas, incluidas una oleada de reportes masivos que derivaron en la suspensión temporal de nuestra página de Facebook.
Esta no es la primera vez que los algoritmos actúan sin contexto, castigando a quienes informamos con responsabilidad mientras premian el silencio. Pero tampoco será la última vez que volvamos, porque el periodismo que no incomoda no está cumpliendo su función.
Dicho esto, aclaramos lo siguiente:
1. Jamás se publicó el video íntimo. Nuestra cobertura se limitó a narrar el hecho con contexto, sin difundir imágenes explícitas, enlaces, ni ningún tipo de contenido íntimo.
2. La fotografía utilizada fue editada para proteger totalmente la identidad de las personas involucradas, sin mostrar el acto en sí. No se revelaron nombres, rostros ni detalles personales.
3. Nuestros abogados han confirmado que no se violó la Ley Olimpia, ya que no se difundió ningún material íntimo ni se expuso a las personas. Informar un hecho de interés público no es delito.
4. Estudiantes, personal docente y exalumnos han confirmado de manera interna que los hechos sí ocurrieron en instalaciones del CETMAR, contradiciendo lo dicho en el comunicado emitido por la dirección del plantel.
El valor que se perdió fue la verdad
Es lamentable que la respuesta oficial del plantel —en lugar de aceptar la situación y anunciar medidas correctivas, como mejorar la supervisión en patios y áreas comunes— haya optado por negar lo evidente. Una escuela que miente para proteger su imagen, en lugar de proteger a sus alumnos con honestidad, traiciona su misión educativa.
La directora Carmela Salustia Hernández Hernández, quien firma el comunicado, faltó a la verdad, y al hacerlo, faltó a uno de los valores más importantes que debe cultivar una institución: la integridad. No se trata de «tirar tierra», como ella dice, sino de exigir que las escuelas formen con el ejemplo.
El silencio institucional ante situaciones de acoso documentadas anteriormente, y ahora esta estrategia de encubrimiento, muestran que el problema no es la prensa. El problema es la falta de voluntad para corregir lo que está mal.
Seguiremos informando, con respeto a la ley, pero con firmeza. A quienes nos intentan callar: no podrán.
A quienes nos respaldan: ¡Gracias por estar del lado de la verdad, aunque duela!
Volveremos pronto.
Atentamente,
Antonio de Marco Arango Arango/Webmaster