Dos clínicas del centro de la ciudad están cerradas debido a la contingencia sanitaria por el COVID-19.
Por supuesto que estos cierres no son correctos, lo que justificaría dejar de dar atención a los pacientes sería la saturación, el agotamiento de material y recursos así como la ausencia del personal (por enfermedades o defunciones), o que huyan todos.
Y es que con esta crisis sanitaria, esta saliendo el cobre en muchos rubros, las únicas clínicas que se sabe que han cerrado en el país, son aquellas que por la ignorancia de la población se sienten amenazadas.
A los directivos de la Nueva Clínica de Especialidades Médicas Guadalupe y a los de la Clínica San José se les olvidó que en un nosocomio se debe otorgar atención médica al paciente, con oportunidad, conforme a los conocimientos médicos y principios éticos vigentes, que permita satisfacer sus necesidades de salud y sus expectativas.
No deberían tenerle miedo al COVID-19 porque finalmente… ¡para eso quieren tener una clínica! ¿no? Para curar enfermos. En dado caso, deberían a recibir a los pacientes con los protocolos de seguridad adecuados y si presentan los síntomas de este virus, recomendarles ir a otro hospital si es que no tienen infraestructura, que es lo más probable.

Porque en esta crisis sanitaria, también hay pacientes que se enferman de otras cosas, por ejemplo: Diarreas, heridas, traumas, cirugías, enfermedades respiratorias, cardíacas, hepáticas, canalizadas por su médico, o que acuden por iniciativa propia. Pero también embarazadas, parturientas, infartos, derrames cerebrales, y un largo etcétera…
Pero, ¡que bueno que cerraron! porque parafraseando a mi compadre: «Si un médico tiene miedo, significa que no está capacitado, que no tiene los medios, los recursos, las ganas para hacer frente… Y así, ¡pues mejor cierras!» o sea, no tienen vocación de servicio.
¡Ni los consultorios de las farmacias que venden medicina similar se atrevieron a tanto! ¡Ni los dentistas!