CARAMBOLA: El accidente que paralizó Arteaga y Garizurieta
Tuxpan Veracruz | El reloj marcaba las 19:20 cuando las calles del centro de Tuxpan se convirtieron en el escenario de un accidente que parecía sacado de una película en blanco y negro. En la esquina de Arteaga y Garizurieta, dos taxis y una motocicleta entrelazaron sus trayectorias en un choque que dejó cicatrices de metal y un par de vidas tambaleando al borde del caos.
Jesús «T», un veterano de 54 años curtido por las vueltas de la vida, conducía su Nissan Tsuru blanco y rojo, taxi número 1753. Había pasado el día llevando historias ajenas en el asiento trasero, pero no vio venir la que estaba a punto de protagonizar. El hombre se distrajo, o tal vez fue el cansancio, y terminó impactando por alcance al taxi #1233, un Nissan Tsuru más joven, del 2014 pero también jodidón, conducido por Moisés Abel «R», de apenas 23 años, con más sueños que certezas, vecino de la colonia Las Joyas.
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El impacto fue suficiente para desatar una cadena de eventos. El taxi más nuevo fue empujado hacia adelante, golpeando a una motocicleta Veloci 250, negra como la noche que empezaba a caer. La moto era el orgullo de Armando «B», un joven de 27 años del Infonavit Tulipanes. El golpe lo lanzó al pavimento. Por un instante, su mundo giró entre luces de faroles y el rechinido de llantas.
El grupo Ámbar llegó al lugar con la precisión de quien ya ha visto demasiados escenarios como este. Armando tenía una lesión en la pierna izquierda, nada grave, pero suficiente para recordarle que estaba vivo. En el taxi #1233, dos mujeres, pasajeras de una travesía inesperada, decidieron que podían seguir adelante sin atención médica, aunque en sus rostros se leía algo más que miedo: tal vez resignación, tal vez secretos.
La calle volvió a su ritmo habitual poco después, pero no para los involucrados. Quedaron los hierros retorcidos, los rastros de aceite y una historia que nadie quería contar, pero que todos llevarían consigo. Las autoridades tomaron nota, los paramédicos cerraron su equipo, y la noche cubrió el incidente como una manta oscura.
En Tuxpan, cada cruce tiene su historia, y algunas terminan con un golpe que resuena más allá del metal.
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