En un episodio que ha dejado perplejos a los habitantes de Tamiahua, Veracruz, Guadalupe Rodríguez Torres, presidente municipal y miembro declarado de Morena, se encuentra en el ojo del huracán político tras ser captada en un mitin de Eric Cisneros, ex secretario de gobernación del estado.
Este encuentro, ocurrido el pasado 10 de noviembre, justo después del anuncio de los resultados de la encuesta interna de Morena, arroja interrogantes sobre la lealtad de Rodríguez hacia su partido y la verdadera naturaleza de sus acciones.
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El contexto no podría ser más revelador. El mitin se llevó a cabo un poco antes de que se anunciara la derrota de Eric Cisneros en la encuesta interna de Morena, en la cual Norma Rocío Nahle García resultó ganadora. La sorpresa y la incredulidad se apoderaron de los seguidores de Cisneros, quienes expresaron su descontento con un grito unísono: «¡VOTO DE CASTIGO! ¡VOTO DE CASTIGO!»
Ahora bien, la gran incógnita que surge es a qué se refieren exactamente con ese llamado al «voto de castigo». ¿Acaso están insinuando un respaldo al Frente Amplio, o tal vez a Samuel García de Movimiento Ciudadano? Este hecho, por sí solo, deja entrever una fractura interna en MORENA, una grieta que amenaza con debilitar las bases del partido.
La actitud de Guadalupe Rodríguez, sin duda, agrega más elementos a la trama. ¿Cómo es posible que una figura pública y representante de Morena en Tamiahua respalde públicamente a un miembro del partido que ha quedado derrotado en la competencia interna? La lealtad partidista, aparentemente, ha sido puesta en segundo plano frente a intereses que podrían ser más oscuros de lo que la ciudadanía podría imaginar.
El hecho de que Rodríguez haya sido captada en este mitin en un horario laboral, un viernes a la una de la tarde, plantea otra serie de preguntas pertinentes. ¿Qué hacía la presidenta municipal en otro municipio, probablemente Xalapa, en lugar de estar trabajando para el pueblo Tamiahuense? Este cuestionamiento no solo se relaciona con la lealtad partidista, sino también con la responsabilidad y dedicación que se espera de un representante electo por el pueblo.
La traición política no es un fenómeno nuevo, pero cuando surge en las filas de un partido que se autoproclama como defensor de los ideales de la gente, la decepción se magnifica. Guadalupe Rodríguez Torres, con su presencia en el mitin de Eric Cisneros, ha abierto un debate incómodo sobre la verdadera identidad y compromiso de algunos políticos. ¿Es ella una morenista leal o una traidora que sacrifica los principios por intereses personales?
En mi opinión, el futuro político de Guadalupe Rodríguez pende de un hilo y la ciudadanía, especialmente la de Tamiahua, merece respuestas claras. En medio de la turbulencia política, queda por verse si esta acción aislada es un caso único o si es el reflejo de tensiones más profundas dentro de Morena en Veracruz.
La confianza del pueblo está en juego, y solo el tiempo dirá cómo se resuelven estas incógnitas en el turbio escenario político de la región.
Barber Gang