El oficio de Taxista
El oficio de Taxista
Por Mormo Astaroth.
Hola otra vez lectores, hace tiempo que quería compartirles este texto, pero no encontraba la manera adecuada de iniciarlo pues es un tema algo complejo, bueno es que tiene muchas opiniones, divididas vaya… Quería hablarles del Noble oficio de ser Taxista… Y es que todo oficio es noble, porque detrás de cada uno, siempre están involucrados la vocación, la pasión y la dedicación que en ellos ponen quienes los ejercen con la experiencia que los años les dan, y que no siempre son adquiridos en una institución educativa, sino que más bien son la vida y las circunstancias las que los colocan allí, y he podido observar que hay hasta quienes aman su oficio, lo desempeñan con orgullo y con honor.
Y también está la otra parte de quienes porque no les quedó de otra, lo desarrollan desde el enojo y el resentimiento… Y bueno el tema viene a sugerencia de una maestra de la ESGEZ, Leonides Mar, quien estoy segura muchos que hayan pasado su educación secundaria por esa institución llevarán un poquito de sus valores en su corazón.
Me sugirió personalmente que el sentido de este, fuera el de enaltecer la gran labor que desarrollan quienes día con día transportan a gran parte de la población, y la gran responsabilidad que es realizarla. Y antes de contarles un evento que nos sucedió a mi esposo y a mí el día 2 de junio que involucra a un taxista de nuestra hermosísima ciudad, quería compartirles además un poquito de datos curiosos en este artículo.
Así que mientras me tomaba el tiempo de pensar cómo escribirles, también me di a la tarea de investigar un poco y pues ahí les van:
¿Sabían qué el primer taxi automóvil se remonta a 1904 en parís, de la mano de Luis Renault, que lanzó coches pequeños de dos cilindros para ese efecto? Y que a partir de ese entonces empezó a utilizarse la palabra “taxi” pues estos carritos fueron los primeros con taxímetro incluido para referirse así a ellos…
Luego, más tarde en México allá por 1908 y hasta 1916, cuando apenas nos llegaba el progreso, existían las “calandritas” que eran vehículos tirados por caballos, los cuales recorrieron las incipientes calles de la capital mexicana. Y les digo que hasta 1916, porque resulta que en ese entonces hubo una huelga de tranvías, lo que hizo que el ingenio de quienes ya contaban con los primeros vehículos Ford T en la capital, los modificaran y los convirtieran en colectivos de transporte público; naciendo así los populares “fotingos” que dominaron durante los años 20’s y 30’s y para ese entonces ya circulaban con el famosísimo letrero de “libre”.
Ya para la época de los 50’s surgieron los “cocodrilos”, que eran conocidos así porque eran de color verde y llevaban un diseño de triángulos blancos al frente dándole esa apariencia a las unidades Ford Fairlane que dominaban el ramo por aquel entonces, donde los choferes ya utilizaban un uniforme y el servicio era compartido, o sea que el camino se repartían con desconocidos que iban a destinos similares, comenzaban lo que hoy conocemos como “Rutas”.
Para 1960 ya andaban dominando el pavimento las “cotorras” eso porque los pintaron de amarillo y verde, para ese momento ya eran ejemplares de la Ford y la Chevrolet los que andaban ruleteando y se popularizaron todavía más por allá del 68’ cuando se celebraron los juegos olímpicos en México. Por cierto les recomiendo la biografía no autorizada de México.
Ya luego en los 70’s entraron de lleno los Wolkswagen, mejor conocidos como bochos, hasta por ahí de los 90´s luego vinieron los “tusurus” y de ahí para acá ya se saben la historia.
Ahora sí, les cuento que un taxi nos chocó, no fue grave ni de cuantiosos daños materiales, pero si me permitió ver los dos extremos de este oficio. Resulta que, justo en el semáforo de revolución sobre el boulevard y nos incorporamos al carril derecho, para lo que, atrás venia un taxi, que nos “pito”, en ningún momento nos tuvo que esquivar, nosotros avanzamos todavía medio camellón después del semáforo, y nos alcanzó, nos miró y dio el volantazo a su vehículo empujándonos y dándose a la fuga. Ese día creo que no durmió bien y eligió el camino de la violencia, él traía pasaje, y nosotros todos incrédulos, lo alcanzamos más adelante, el Antonio le dijo ¡párate! ya algo molesto y él dijo que no, aun con su pasaje a bordo decidió seguir su huida, más a delante a la altura de la desaparecida tienda JR, descendió su pasaje y nos esquivó, él iba decidido a salirse con la suya y nosotros a no dejarlo ir, porque también habíamos elegido el camino de la violencia ese día jajaja (eso es un decir, cuando no duermes bien o no has desayunado, ya saben, anda uno de malas).
Bueno el semáforo de la presidencia nos hizo tantito el favor de detenerlo y así pudimos alcanzarlo, nos miró por el retrovisor y algo lo hizo cambiar de parecer y nos hizo señas de que se iba a detener, pues si, adelante estaba la grúa de tránsito y dos patrullas de transito también, para mala suerte suya o para buena suerte nuestra.
Total que pedimos el apoyo de los oficiales, explicamos el suceso y la acción, el joven (de 32 años) acepto que la “Había regado” y bueno procedimos a hacer lo pertinente, llamar a los seguros e irnos a las oficinas de tránsito.
Después ¿qué creen que paso?, llego el dueño del taxi, que van a pasar a creer era el papá del muchacho este, fue quien se tuvo que hacer cargo de la reparación de los daños, y para eso tuvo que ir a conseguir el cash… pero mientras le saqué platica, me contó que el carro era suyo, que se lo había comprado a su patrón con mucho esfuerzo, que se lo había prestado a su hijo que no tenía trabajo para que de ahí se ayudara un poco, y yo pensé para mí que al chamaco ese le había importado muy poco todo lo que estaba haciendo por él. Cuando le pregunte por cuantos años había sido taxista me respondió: -¡25 años, y a mucha honra! Uy nooo y si le contara, aquí pasa uno cada tipo de cosas…
La breve platica con don Everardo me hizo remontar a la verdadera intención de este artículo, el de enaltecer esa labor de quienes a mucha honra la desempeñan, y que día a día desde muy temprano tratan de dar lo mejor de sí, quienes por breves lapsos de su jornada toman la responsabilidad de la seguridad de sus pasajeros y se encargan de hacerlos llegar con bien a sus destinos.
Esos que tratan de ser lo más amable posible y lidian por un ratito con los humores de tantas personas que circulan por sus sitios y sus rutas, los que te hacen platica para hacer tu trayecto más ameno, los que están pendientes de las necesidades de los demás… de esos que ejercen este oficio, los buenos taxistas.