Celebrar el centenario de la Cámara Nacional de Comercio (CANACO) de Tuxpan suena, en teoría, como un hito significativo. Sin embargo, bajo la dirección de Raúl Patiño Blanco, esta institución, que alguna vez representó la voz del comercio organizado, ha perdido rumbo, relevancia y propósito. Hoy, en lugar de defender a los comerciantes, parece más interesada en organizar tianguis en la plaza cívica, una actividad que apenas raspa la superficie de lo que se espera de una cámara de comercio.

No hace falta ser experto para ver las consecuencias. Más de 20 locales en el centro de Tuxpan permanecen vacíos. Comerciantes de avenidas emblemáticas como Las Américas, Cuauhtémoc, el Boulevard Independencia y la Carretera a La Barra han abandonado sus locales. ¿La razón? La falta de apoyo por parte de CANACO para enfrentar problemas como el ambulantaje desmedido y las alzas en costos básicos.

“El centro dejó de ser rentable. El ambulantaje de la temporada navideña pasada nos dejó en ceros, y nadie de la Cámara alzó la voz para defendernos. Preguntar a Patiño Blanco es como hablar con la pared”, comentó un comerciante que, tras años de esfuerzo, tuvo que cerrar su negocio.

LA ROCA SERVIFERRE

La situación empeoró durante la pasada temporada navideña, cuando ambulantes inundaron el primer cuadro de la ciudad. Mientras que en otros tiempos la CANACO habría tomado una postura firme, hoy la respuesta de Patiño Blanco fue el silencio. Aunque el presidente municipal, el Dr. Jesús Fomperoza Torres, tomó cartas en el asunto al retirar a los ambulantes en enero, el daño ya estaba hecho.

El panorama es desolador. Para quienes se mantienen en la zona centro, las rentas elevadas, los altos costos de servicios básicos y la falta de ingresos suficientes para cubrirlos son un desafío insuperable. Como señaló la encargada de un negocio que prefirió el anonimato: “Los costos por luz, agua y renta son muy elevados, y no salen las ganancias”.

Uno de los pilares económicos de CANACO, el Sistema de Información Empresarial Mexicano (SIEM), es hoy poco más que un cascarón -de ese hablaremos luego-. Diseñado en una época en la que internet era una novedad en México, el SIEM pretendía ser una herramienta de vinculación para las empresas. Sin embargo, su utilidad se ha desmoronado frente al avance de las tecnologías y las redes sociales. Pese a ello, CANACO sigue cobrando por este registro, aunque su impacto real sea nulo. En lugar de actualizarse y adaptarse a las necesidades modernas de los empresarios, la Cámara parece más interesada en preservar esquemas caducos que no aportan valor alguno.

La gestión de Raúl Patiño Blanco ha sido una decepción. Más preocupado por figurar en eventos sociales que en atender las necesidades del comercio tuxpeño, su desempeño ha dejado mucho que desear. Su breve incursión como «Presidente del Carnaval» terminó siendo un espectáculo lamentable: más que liderar, se le vio entre el público, disfrutando de la fiesta como un ciudadano más. Ni siquiera la historia respalda sus pretensiones. CANACO fue fundada en 1937, no en 1924 como él afirma, lo que desmorona la narrativa de un centenario que simplemente no existe. Igual y es solamente un pretexto para sacar dinero.

Mientras Patiño Blanco se pavonea, jóvenes como Johana Dajuí Hernández, estudiante del Instituto Tecnológico Superior de Álamo Temapache, ofrecen propuestas concretas para revitalizar la Cámara. Su tesis sobre un modelo de gestión administrativa para CANACO subraya el potencial perdido bajo esta administración. Queda un año más de esta dirigencia, un año en el que CANACO podría, si Patiño Blanco tuviera visión, recuperar algo de su dignidad. Pero, si algo ha demostrado su gestión, es que esto es pedir demasiado.

En mi opinión, el supuesto centenario de CANACO es más un recordatorio de lo que pudo ser y no fue. Mientras tanto, los comerciantes tuxpeños, quienes deberían estar celebrando, siguen luchando solos, abandonados por quienes debieron ser sus mayores aliados.

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