Sonora: Gómez Cazarín
Se les invita a que busquen en Netflix una película mexicana que se llama “Sonora”. La cinta relata las peripecias casi mortales de un grupo de viajeros en 1931 que se aventuran a cruzar el desierto sonorense de Altar para llegar a Mexicali, en una época en la que no había carreteras ni ferrocarriles. Imagínense, con los coches de entonces. Tenían que usar el Antiguo Camino de los Misioneros, también llamado “El Camino del Diablo” por las muchas muertes de quienes se atrevían a transitarlo.
Además de que es entretenida, la película protagonizada por Joaquín Cosío –es el yaqui que sirve de guía- nos retrata una época de México.
Alguna vez dijeron que el presidente Lázaro Cárdenas estaba loco por ordenar la construcción del ferrocarril que, precisamente, cruza el desierto de Altar para comunicar a Sonora con la península de Baja California. Esas vías no van a durar mucho en las arenas del desierto, decían. Resulta que el trazo de esas vías existe hasta la fecha.
¿Para qué necesitamos un tren si por allá casi no vive nadie?, le criticaban. De hecho, el tren sirvió para poblar más la península y reivindicar la Soberanía mexicana sobre ella (Estados Unidos ya llevaba un tiempo echándole el ojo para apropiársela). Ese tren –que también sale en la película “Viento Negro”– terminó con las penurias de los viajeros en el “El Camino del Diablo”. Para no variar, el neoliberal Ernesto Zedillo privatizó el tren y los nuevos dueños quitaron el servicio de pasajeros porque para ellos no era un buen negocio. Pero como dice la Nana Goya, “esa es otra historia”.
¿Por qué recordar esto en tiempos del aniversario del natalicio de Benito Juárez?
Porque hablando de “locuras” presidenciales que pasan a la historia porque el tiempo les termina por dar la razón, hoy se inauguró el aeropuerto Felipe Ángeles. El que muchos decían que no se iba a terminar y ahora que está terminado dicen que no va a servir. En unos años nos los vamos a encontrar en una sala de abordaje y tendrán que mirar al piso disimuladamente. La historia no se acuerda de los que criticaban a Lázaro Cárdenas. Sí se acuerda, para bien, de Cárdenas y de sus obras. Si no, pregunten por él en Sonora. O al menos veanla en Netflix.