En el México de la democracia partidista, la incertidumbre no es un defecto, sino una estrategia. Morena, el partido en el poder, lo sabe bien y ha convertido su proceso interno en un juego de adivinanzas donde nadie tiene certeza de nada, excepto de que no hay certezas.
Este 13 de febrero, Esteban Ramírez Zepeta, dirigente estatal de Morena en Veracruz, salió a apagar incendios. En entrevista, negó que exista una lista oficial de ganadores de la encuesta que definirá las candidaturas. “Todavía hay municipios donde se sigue encuestando”, aseguró con énfasis. La declaración no sorprende, pero sí exhibe la ansiedad que se respira en la antesala de la designación.
No es para menos. Morena se juega mucho en estas elecciones y los aspirantes lo saben. De ahí la premura por autoproclamarse vencedores, la presión mediática, los volantes callejeros y la información interesada que circula con la intención de inclinar la balanza. Ramírez Zepeta reconoce la efervescencia, pero advierte: «No hay que malinformar. No hay que desinformar»
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Encuestas a la morenista
Morena insiste en que su método de selección es infalible, aunque su transparencia deja mucho que desear. Según el dirigente estatal, el 75% de la encuesta se realiza en campo y el 25% mediante llamadas telefónicas. No hay manera de verificarlo. Lo cierto es que no hay segundas ni terceras fases. Cuando termine la consulta, se hará la “ponderación” y se definirá al ganador. Así de simple, así de opaco.
Aún con estos procedimientos, la maquinaria morenista genera tanta expectativa que algunos aspirantes a la alcaldía de Tuxpan han comenzado a moverse como si la candidatura ya les perteneciera. Incluso se han dado el lujo de repartir volantes, en lo que parece más un acto de contaminación que de promoción. El detalle incómodo es que ni siquiera están en la encuesta del partido.
La crisis de los otros partidos
Mientras Morena juega con la incertidumbre, los demás partidos intentan encontrar una fórmula para no ser aplastados en las urnas. En Movimiento Ciudadano, la encuesta interna –realizada en el grupo de Facebook «Chisme Tuxpeño», porque al parecer ahora las redes sociales también dictan tendencias– favoreció con un 75% a Adely Morales sobre Juan Lorencez. La sorpresa fue tal que el partido hizo una encuesta telefónica de último minuto para reconsiderar a Morales, quien ni siquiera figuraba en los planes iniciales.
El PRI, por su parte, enfrenta un problema más básico: no hay quien quiera cargar con la losa de su desprestigio. El aspirante tricolor no solo necesita estructura, sino dinero para solventar la campaña y garantizar la presencia de representantes de casilla el día de la elección. En pocas palabras, el candidato del PRI necesita más recursos que votos.
El PAN, en cambio, aún no define a su gallo. Se mencionan nombres como Juan Ramón Gánem, Alberto Silva Ramos y Rolando Núñez, pero la decisión final se conocerá entre domingo y lunes. Mientras tanto, los politólogos de café se han instalado en los restaurantes del centro para hacer sus apuestas.
El juego de las expectativas
Conforme se acerca la fecha clave, los medios y los aspirantes seguirán especulando. Pero la realidad es una: hasta que Morena lo decida, no hay candidato. Cualquier nombre que circule antes del anuncio oficial es simple rumor.
En mi opinión, Ramírez Zepeta lo deja claro: La gente no se va a equivocar a la hora de responder quién quiere que sea su candidato en Tuxpan. Pero más allá de los deseos ciudadanos, la decisión final la tomará el partido. Y en Morena, las encuestas no son simplemente un ejercicio de consulta; son un mecanismo de control político. Así que quienes hoy se sienten seguros en la delantera, bien harían en recordar que en este proceso nada es seguro hasta que la cúpula morenista así lo determine.
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