LOS MALENTENDIDOS EN LA COMUNICACIÓN
Es uno de los modos de vincularse más utilizado por millones de mexicanos pero, también, y cada vez más, una fuente probable de problemas. Los expertos coinciden en que las dificultades se multiplican en el trabajo y en la vida cotidiana.
Si dijo «hola». Si lo cerro con «un beso2 o apenas tecleo un frío y escueto «sdos.» (Saludos). Si contesto rápido, si quiso mostrarse seco o simplemente estaba apurado. Si lo abrir y lo tiro. Si le pedí respuesta y lo paso por alto. Si sumo caritas tirando onda. Si abuso de la mayúscula (¿Esta gritando? ¿Está contento? ¿Está enojado?). Si lo que dijo fue un pedido o una orden. Si entendió mal. Si firmo con su nombre la despedida con la inicial de su apellido. si….me corto el rostro?.
Los e-mails…Los dilemas de los benditos mails. Es uno de los medios de comunicación más utilizados por millones de mexicanos, la manera rápida de estar cerca, contar algo, organizar un plan, resolver cuestiones de trabajo o enviar información. Pero, también, y cada vez más, una fuente probable de problemas. Expertos de todo el mundo coinciden en que los ámbitos: laborales, profesionales y personales. Y que es fundamental tener en cuenta su naturaleza, sus posibilidades y limitaciones para evitar que embarren el vínculo emisor y destinatario.
Un estudio publicado en la revista estadounidense Academy of Management Review demostró que el e-mail puede aumentar la probabilidad de conflictos y la mala comunicación, porque tendemos a malinterpretarlo. «solemos leer como naturales los mensajes positivos, y los neutrales, como negativos. Es más: los chistes son calificados como menos graciosos por quienes los reciben que por los quienes los envían. ¿Por qué? El e-mail es emocionalmente frágil», afirma.
Es facil malinterpretar el contenido de un e-mail, porque el intercambio se agota en la palabra escrita: la voz, el tono, los gestos, la distancia entre cuerpos, la musicalidad del lenguaje, todo «no verbal» que enriquece y contextual al puñado de letras que hilvanan el mensaje queda suprimido.
«La comunicación se empobrece por falta de aquello que llamamos redundancia, y esto amplifica el margen de interpretación subjetiva. La palabra escrita es más ambigua que la voz,» dice el psiquiatra Julio Moreno, estudioso de cuestiones vinculadas al uso de la Web. «Y es peor con el Black Berry y el i-phone — subraya–, porque uno recibe mails en cualquier lado y contesta rápido sin reflexionar».
Tras liderar varias investigaciones al respecto, el psicólogo estadounidense Justin Kruger concluyo que «la mitad de los lectores de mails no comprenden del todo su sentido, porque no sabe en qué contexto poner lo que lee». Uno deduce e interpreta a partir de sus propios prejuicios y expectativas, asegura. «Es la falta de habilidad para salir del propio horizonte de percepciones lo que termina generando una comunicación deficiente. Quien redacta sobreestima su capacidad de ser claro y cree su texto dice solo lo que quiere decir. Pero no: interpreta según lo que consciente o inconscientemente ya tratamos en mente, y de acuerdo con el modo individual en que cada uno se explica a si mismo las cosas».
Kruger señala que es comprensible que pensemos que el tono y las emociones expuestas en el mail son obvias para el que lee porque cuando estemos escribiendo en nuestra mente «escuchemos» el tono y la intención de lo que buscamos transmitir. Pero 2lo que uno escribe no es siempre lo que el otro lee».
El famoso psicólogo Daniel Goleman, autor del best seller » La inteligencia emocional», analizó el tema. Sostiene que la mala interpretación del mail es frecuente por que más allá de los emoticonos –caritas armadas con signos de puntuación– no existe en el mail un canal que exprese lo que sentimos. «Pequeñas diferencias entre quienes cambian mails pueden creer fácilmente, hasta llegar a rupturas» advierte.
La psicóloga Gloria Husmann coincide. «Un mail es un peligro en manos de alguien impulsivo, porque cuando una situación le resulta confusa o cuando su impaciencia crece por falta de respuesta inmediatamente, sus sentimientos de inseguridad se agudizan y acumulan una gran tensión interior, que solo puede liberar mediante una explosión de ira dirigida al destinatario. Pero el alivio dura poco. Al calmarse y al evaluar la situación con una mirada más tolerante, ya es tarde. El mail quedo convertida en un arma de 2 direcciones: hirió a quien lo recibió, también, a quien lo envío».
El desajuste entre lo que se quiso decir y lo que el otro entiende también tiene que ver con que emisor y receptor no comparten contextos: leen y escriben en tiempos y espacios distintos y bajo la influencia ineludible de su estado de ánimo y de la «historia» que se vinculo tuvo hasta ese momento.
«El mail no es conveniente para tratar temas delicados. No debería usarse para aclarar un malestar o una situación conflictiva», dice Husmann. Sobran ejemplos de interpretaciones erradas. Mejor un té o un cafecito, y cara a cara. Como antes.