Insultando con Elegancia
¿Se han dado cuenta? Cada vez usamos menos vocabulario y en nuestro día a día tendemos a construir nuestras conversaciones con unos pocos cientos de palabras que combinamos y mezclamos una y mil veces.
Los adjetivos sin ir más lejos, esas palabras que lustran y dan esplendor a una frase, se han visto reducidos a la mínima expresión y con un; “Bonito”, por ejemplo, despachamos lo mismo un atardecer tuxpeño, el David de Miguel Ángel o al niño de la vecina.
¿Y qué me dicen de los insultos? En este campo en concreto la escasez bordea peligrosamente los límites de la extinción. Si se fijan, los insultos gruesos, los de verdad, con los que realmente queremos ofender se reducen básicamente a tres. Para insultar al género femenino usamos el trillado “Puta”, un clásico.
Si el insultado es un varón, entonces no se nos ocurre otra cosa que el típico “Cabrón” de siempre. Y para terminar, el genérico y siempre socorrido “Hijo de puta”, que lo mismo sirve para un roto que para un descosido; este se aplica a ambos sexos.
Preocupante y una verdadera pena esta escasez de recursos, especialmente si hablamos de la lengua española rica en palabras y en vocabulario, pero sobre todo plena de insultos, algunos de los cuales se han estado usando durante siglos y que tristemente, si esto sigue así, acabarán por desaparecer.
Por eso les digo:
¿Insultar? Sí.
¿Insultar con ganas? También.
Pero seamos un poco creativos, echemos mano a libros y a los clásicos e insultemos a diestra y siniestra haciéndolo, eso sí, con cultura y con elegancia.
Para empezar les propongo que si lo que van a insultar es a una mujer se olviden del “Puta” y usen algunos de los insultos que relaciono a continuación:
Agrofa: Mujer golfa y perdida.
Bordiona: Prostituta de burdel de trato áspero y difícil.
Colipotera: Mujer de mancebía.
Manfla: Fulana, barragana, manceba, querindonga o mantenida.
Cantonera: Prostituta callejera; esquinera que hace la carrera tomando como base de operaciones las bocacalles.
Y ahora les toca el turno a los hombres. Destierren el aburrido “Cabrón” y en su lugar atrévanse con alguno de estos ejemplos que les pongo.
Verriondo: Hombre cachondo, siempre excitado sexualmente, que no sabe poner freno a su apetito.
Malsín: Chismoso y mal intencionado, que intenta perder a otros con tal de ganar él con ello.
Pichiruche: Persona insignificante y de la que se habla con menosprecio.
Gurrumino: Sujeto ruín y pusilánime, desmedrado en franca decadencia física.
Marrajo: Astuto, taimado, que esconde o encubre su dañina intención, esperando ocasión propicia para asestar su golpe, o realizar su mala acción.
Y a continuación, para terminar, unos pocos de ellos así en plan unisex. En este caso da lo mismo su significado, pero con su fantástica y contundente sonoridad seguro que no dejarán indiferente a nadie.
Zorronglón, Fodidencul, Vanlocuo, Arrastracueros, Tararira, Carcunda.
Preciosos ¿Verdad?
Insultando, sí, pero con cultura, distinción y elegancia. Pues ya lo saben ustedes. No se corten. Hagan uso de ellos en su próxima discusión y se sorprenderán con los resultados. Su riqueza de vocabulario será la envidia de vecinos y amigos.
Además les garantizo que usándolos, siempre tendrán ventaja en sus riñas. El insultado se verá por un momento aturdido y desconcertado. ¿Qué me estará llamando éste? -pensará.-