La lucha interna por la candidatura de Morena a la alcaldía de Tuxpan está tomando giros inesperados, y uno de los más recientes ha sido protagonizado por el exdiputado local Genaro Ibáñez Martínez. Hace apenas unos días, en la visita de la presidenta Claudia Sheinbaum al vecino municipio de Tihuatlán, Ibáñez sorprendió a propios y extraños al levantarle la mano a Betty Piña, sellando con este gesto un aparente respaldo a su aspiración política. Sin embargo, lo ocurrido recientemente en el Infonavit Tulipanes deja ver un mensaje contradictorio que ha generado inquietud entre militantes y simpatizantes morenistas.
En un acto de proselitismo, Ibáñez Martínez repartió volantes en los que se posiciona como la mejor opción para la candidatura, autodenominándose «la respuesta en la encuesta» -ya muy trillado, por cierto- y destacando su trayectoria como «obradorista y fundador de Morena». Esto contrasta drásticamente con el apoyo que manifestó públicamente a Piña, lo que levanta dudas sobre sus verdaderas intenciones en la contienda interna.
Este tipo de ambivalencias no pasan desapercibidas para la militancia, que busca coherencia y definiciones claras en un proceso electoral clave para la consolidación del movimiento en Tuxpan. La política es, en buena parte, una cuestión de confianza y credibilidad, y el cambiar de postura en cuestión de días podría costarle simpatizantes a Ibáñez.
Por otro lado, el método de difusión de su mensaje también ha generado críticas. En una época donde la conciencia ambiental es cada vez más relevante, el reparto de volantes impresos es visto como una práctica obsoleta y poco ecológica. Más aún, cuando es evidente que gran parte de ese material termina en la basura sin cumplir su propósito. En un contexto donde las redes sociales y las estrategias digitales han demostrado ser más efectivas para conectar con la ciudadanía, insistir en viejas tácticas puede ser un error de cálculo.
En mi opinipon, la contienda por la candidatura de Morena en Tuxpan sigue enredándose con gestos que confunden en lugar de clarificar. Si algo deja en claro esta situación, es que cada movimiento cuenta y que los aspirantes deben cuidar no solo su discurso, sino también la forma en que lo transmiten.
¿Será este un tropiezo que le reste puntos a Genaro Ibáñez, o una simple estrategia mal ejecutada? La militancia tendrá la última palabra.
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