Evaluación de DESEMPEÑO
Había una vez en TUXPAN, dos hombres que se llamaban Eduardo González. Uno era sacerdote y el otro taxista.
Quiere el destino que los dos hombres mueran el mismo día. Entonces, llegan al cielo, donde los espera San Pedro…
¿Tu nombre? – Eduardo González
¿El sacerdote? – No, no… el taxista.
San Pedro consulta su planilla y dice: ¡Te has ganado el Paraíso! Te corresponden estas túnicas de seda con hilos de oro y este bastón de platino con incrustaciones de rubíes! ¡Puedes pasar!
¡Gracias, gracias!… dice el taxista.
Al rato le toca el turno al otro Eduardo, quien había presenciado la entrada del taxista al paraíso.
¿Tu nombre? – Eduardo González.
¿El sacerdote?
¡Sí! ¡Muy bien, hijo mío! ¡Te has ganado el Paraíso!
Te corresponde esta bata de poliéster y este bastón de plástico.
El sacerdote dice: ¡Perdón San Pedro!, no es por presumir, pero debe haber un error. ¡Yo soy Eduardo González , el sacerdote!
¡Sí, hijo mío!, te has ganado el Paraíso, la bata de poliéster y el bastón de plástico.
¡No puede ser! Yo conozco al otro señor, era un desastre como taxista, se subía a las banquetas, conducía ebrio, no respetaba las señalizaciones, andaba a exceso de velocidad, etc… ¡y yo me pasé 50 años de mi vida predicando en la parroquia! ¡Cómo puede ser que a él le toque una túnica con hilos de oro y un bastón de platino, y a mí esto!… ¡Debe haber un error!
¡No, no es ningún error! – dice San Pedro- Lo que pasa es que aquí en el cielo ha llegado la globalización con sus nuevos enfoques de gestión. Nosotros ya no hacemos las evaluaciones como antes.
¿Cómo? ¡No entiendo!
¡Claro! , ahora nos manejamos por Objetivos y Resultados…
Te voy a explicar tu caso y lo entenderás en seguida:
Durante los cincuenta años, cada vez que predicabas, la gente se dormía, pero, cada vez que el taxista conducía, la gente rezaba y se acordaba de Dios.
Entonces, ¿Quién vendía mejor nuestros servicios? ¡Nos interesan los resultados, hijo mío!