
El impuesto que no paga Shein ni Temu, sino tú
El gobierno ha anunciado con bombo y platillo el nuevo arancel del 33.5 % para compras en plataformas como Shein y Temu. El argumento oficial: cobrarle más a las “grandes empresas extranjeras” y proteger la industria nacional. La realidad es menos heroica: no lo van a pagar las plataformas chinas… lo vas a pagar tú.
El mecanismo es tan sencillo como predecible. El gobierno sube el impuesto; las plataformas no absorben la pérdida, solo ajustan sus precios; las paqueterías cobran la gestión aduanal. Cuando tu paquete llega, el vestido que costaba 200 pesos ahora cuesta 270. El golpe directo no lo recibe Shein ni Temu, sino el ciudadano que hace compras pequeñas para ahorrar unos pesos.
Este tipo de medidas siempre se disfrazan de “justicia fiscal”, pero en la práctica terminan castigando a la economía popular. La gente que usa estas plataformas no lo hace por capricho, sino porque busca opciones más baratas que las tiendas locales. Son los mismos consumidores que ahora tendrán que pagar casi un tercio más por lo mismo. El gobierno recauda, las plataformas siguen ganando y el ciudadano es quien ajusta el cinturón.
Hielo y Agua Mizu
Ya lo vivimos con Netflix y Spotify
No es la primera vez que ocurre. En 2020, cuando el gobierno anunció el IVA del 16 % a los servicios digitales de streaming, también prometió que sería un impuesto para las empresas, no para el usuario. ¿Qué pasó?
- Netflix subió todos sus planes.
- Spotify incrementó la tarifa mensual.
- Amazon Prime pasó de ser una de las suscripciones más económicas a una de las más caras de la región.
Las plataformas no absorbieron un solo peso. El IVA se trasladó íntegramente al consumidor. El discurso era “vamos a cobrarle a las corporaciones”, pero el recibo llegó al correo electrónico de cada ciudadano.
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Un patrón que se repite
Hoy con Shein y Temu es exactamente la misma historia: el gobierno vende el arancel como un golpe a las empresas chinas, pero es un impuesto disfrazado que se cobra en el bolsillo del mexicano común. Un patrón que se repite cada vez que se busca “gravar a los gigantes digitales” y que termina convirtiéndose en un simple aumento al costo de vida.
Porque al final, no importa si es la ropa que compras en línea o la serie que ves en tu televisión: el impuesto nunca lo paga la plataforma. Siempre lo pagas tú.