El corazón se detuvo en silencio: la última noche de Marcelino Cruz Ovando

por | May 10, 2025 | Policíaca

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Tuxpan Veracruz/9 de mayo 2025 | La muerte llegó sin tocar la puerta, sin hacer ruido, como una vieja conocida que sabe exactamente cuándo pasar. Así encontraron a Marcelino Cruz Ovando, tendido sobre su cama, ya sin pulso, sin testigos, sin despedidas. Tenía cincuenta y ocho años y trabajaba en el Ayuntamiento, pero esa noche de viernes no era funcionario, ni vecino, ni amigo. Solo era un hombre solo. Y muerto.

Todo empezó con un olor. No uno cualquiera. Era de esos que arrastran verdades incómodas desde detrás de las paredes. Salía de un departamento humilde sobre la calle 5 de Febrero, a unos pasos de González Ortega, justo en el corazón de Tuxpan. Lo notaron los vecinos, al principio pensaron que era la carnicería; pero luego, como se notan las ausencias largas: primero con extrañeza, luego con miedo. Marcelino no se había dejado ver desde el miércoles, y el hedor comenzaba a decir lo que nadie quería imaginar.

CLIMAS LEÓN

Llamaron a las autoridades con voces nerviosas. Llegaron los ministeriales, los peritos y el silencio que siempre acompaña a los que investigan lo irremediable. Entraron. No hubo forcejeo, ni sangre, ni notas de despedida. Solo el cuerpo recostado, los ojos cerrados y una televisión apagada que ya no transmitía nada.

Dicen que fue un infarto. Fulminante, lo llaman. Como si el corazón decidiera de pronto que ya era suficiente. Y a nadie le dio tiempo de llegar.

La muerte de Marcelino no dejó preguntas sin respuesta, según dijeron los peritos. No hubo carpeta de investigación. No la necesitaron. Solo entregaron el cuerpo a sus deudos, que llegaron con pasos quedos, cargando la tristeza como se carga una caja llena de recuerdos mal acomodados.

Y así terminó su historia. Sin ruido. Sin epitafios grandilocuentes. Solo una calle cualquiera, una puerta cerrada, y un nombre que ahora pertenece al silencio.

Como tantos otros en esta ciudad, Marcelino se fue como vivió los últimos días: discreto, invisible… y absolutamente humano.

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