Chocan dos por llegar primero a «Las quince letras»
Tuxpan, Veracruz | Aproximadamente a las 10:30 de la mañana, se registró un accidente vial en el cruce de las calles Colombia y Pavón, en la colonia Centro de esta ciudad, sin que se reportaran personas lesionadas.
De acuerdo con el parte informativo, la colisión ocurrió cuando la ciudadana Perla Edith «H», de 53 años, residente de Santiago de la Peña, conducía un Chevrolet Sonic modelo 2017 color rojo con placas del estado YKY-752-A. Al invadir un carril de circulación preferente, provocó el impacto con un Nissan Kicks modelo 2024 color azul, sin placas, conducido por Venancio Daniel «A», de 29 años, vecino de la colonia Escudero.
Afortunadamente, no se reportaron heridos, aunque ambos vehículos presentaron daños materiales. Al lugar acudieron elementos de Tránsito Municipal para deslindar responsabilidades y garantizar la seguridad en la zona.
Este incidente destaca la importancia de respetar los señalamientos viales y ceder el paso en cruces preferentes para evitar percances.
WENDY
Advertencia sobre contenido ficticio
El siguiente texto, titulado «El cruce del destino», es un relato completamente ficticio inspirado en el incidente vial ocurrido hoy en el cruce de las calles Colombia y Pavón, en Tuxpan, Veracruz. Esta narración fue escrita como una pieza creativa y será adaptada en un video corto especial para el próximo 14 de febrero de 2025, en conmemoración del Día del Amor y la Amistad.
Es importante señalar que cualquier parecido con la realidad, las personas involucradas o sus circunstancias es mera coincidencia… o viceversa. El propósito de esta obra es únicamente de entretenimiento y no debe interpretarse como un reflejo real de los hechos ni de sus protagonistas.
Agradecemos a nuestros lectores por disfrutar de la mezcla entre lo informativo y lo imaginativo que ofrecemos.
Restaurante EL PLAZA
El cruce del destino
La mañana era fría pero clara en Tuxpan. Las calles Colombia y Pavón eran un enredo de tráfico, voces y rutina, hasta que el rugido de dos autos quebró el equilibrio. Perla Edith «H», una mujer de 53 años con el cabello sujeto en un apurado moño, trataba de llegar rápido a su trabajo. Conducía su Chevrolet Sonic rojo, su fiel compañero de tantos años.
Por otro lado, Venancio Daniel «A», un hombre de 29 años, joven y ambicioso, iba distraído con una lista mental de pendientes mientras conducía su reluciente Nissan Kicks azul, recién sacado de la agencia.
El choque fue inevitable. Perla invadió el carril de preferencia y, en un abrir y cerrar de ojos, el cruce se llenó de ruido, metal retorcido y miradas curiosas. Los autos quedaron maltrechos, pero los conductores salieron ilesos, aunque la tensión entre ellos era evidente.
Venancio salió primero, furioso.
—¿Está bien? —preguntó, tratando de mantener la calma pero con el ceño fruncido.
—Estoy bien, gracias —respondió Perla, avergonzada mientras inspeccionaba el daño en su auto—. Fue mi culpa… no lo vi venir.
Esa simple admisión desarmó a Venancio. Se esperaba un enfrentamiento, no disculpas sinceras.
Los oficiales llegaron rápidamente, tomando notas y asegurando la escena. Mientras esperaban a que se resolviera el papeleo, Venancio notó que Perla temblaba, no sabía si por el frío o los nervios.
—¿Le gustaría un café? Hay una fonda ahí enfrente —ofreció, señalando con la cabeza.
Perla lo miró, sorprendida por el gesto. Algo en su mirada, tal vez la mezcla de incomodidad y compasión, le pareció genuino.
—Está bien, pero invito yo. Creo que es lo mínimo que puedo hacer después de esto.
La conversación en la fonda comenzó con disculpas, risas nerviosas y detalles del incidente. Luego se desvió hacia historias de la vida, sueños cumplidos y pendientes. Perla habló de los años que pasó criando sola a sus hijos y su reciente regreso al trabajo. Venancio compartió cómo estaba construyendo su pequeña empresa, luchando contra el sistema y sus propias dudas.
La diferencia de edades, en lugar de ser una barrera, se convirtió en un puente. Perla admiraba la energía de Venancio; él se sentía atraído por la calma y la experiencia de ella. Lo que había empezado como un accidente terminó convirtiéndose en una conexión inesperada.
Cuando todo quedó resuelto y ambos regresaron a sus vidas, intercambiaron números, “por cualquier cosa relacionada con el seguro,” se dijeron. Pero las llamadas no tardaron en volverse más frecuentes, llenas de bromas y pequeñas confesiones.
Meses después, los autos seguían en el taller, pero Perla y Venancio ya no necesitaban excusas para verse. Habían aprendido que, a veces, el destino choca contigo de la manera más inesperada, solo para abrirte el camino hacia algo más grande.
El Diamante