el conejo gallego
ADVERTENCIA
Recuerde (otra vez) que esta no es una Revista “Cómoda”. El siguiente texto puede contener una o varias palabras altisonantes. Por favor, si es usted intolerante, NO LEA ESTE TEXTO. Si las palabras pueden mal interpretarse entre dos ciudades vecinas, imagínese entre dos culturas. Los editores, la redacción y los diseñadores de la Universidad Forotuxpan, no se hacen responsables por la interpretación que cada cerebro pueda darle al siguiente texto:
El niño le suplica a su padre que se detenga.
El padre accede y el niño se baja corriendo a ver a los conejos.
El niño quiere un conejito y ambos padres comienzan a regatear el precio con el vendedor, quien era un campesino de rostro apacible, vecino de Santiago de la Peña.
De pronto el niño interrumpe:
-“Disculpe, señor, ¿Cómo se cogen los conejos?”
El campesino se le queda viendo unos segundos, voltea a ver los del niño, regresa la mirada nuevamente y le contesta al niño:
-“Mira, niño… El conejo comienza a corretear a la conejita y, cuando está ya no puede correr más, la va acorralando y luego se le acerca por detrás y le levanta la colita…”
El padre lo interrumpe al ver que la pregunta de su hijo fue mal interpretada, y le aclara: – “No, no señor. Mi hijo se refiere al cómo se cazan”.
El campesino, con un gesto de compresión, responde: –“Ah, no niño, los conejos no son pendejos, no se casan, ¡nomás cogen!”