Carlitos y su Vaquita
Un granjero llamado CARLITOS tuvo una severa colisión contra un gran camión de carga por lo que antepone una demanda.
Poco tiempo después, el Licenciado de la Compañía de transporte estaba cuestionando a Carlitos en la fiscalia:
Preguntó el licenciado.
-En la escena del accidente ¿No dijo usted “Estoy bien”?
Carlitos respondió:
-Bueno, déjeme decirle lo que sucedió: Acababa de subir a Lala, mi vaquita preferida a…
-¡No le estoy preguntando por detalles! -interrumpió el Licenciado-, ¡simplemente conteste la pregunta por favor!. ¿Dijo usted o no, en el sitio del accidente “Estoy bien”?
Carlitos respondió:
-Bueno, acababa de subir a Lala al tráiler e iba manejando por la…
El Licenciado interrumpió de nuevo y dijo: ¡Su señoría!, ¡estoy tratando de establecer el hecho de que en la escena del accidente este hombre le dijo al patrullero de caminos que se encontraba bien!, ahora, varias semanas después está tratando de cobrar una fuerte suma por una demanda de daños contra mi cliente y creo que esto es un fraude ¡por favor dígale que simplemente conteste la pregunta “SI o NO”!.
Para entonces, la curiosidad le había picado al juez quien estaba un tanto interesado en lo que Carlitos estaba tratando de decir, así que le dijo al Licenciado:
Me gustaría saber qué es lo que el hombre tiene que decir de lala, su vaquita preferida.
Carlitos agradeció al juez y continuó:
-Gracias su Señoría, como estaba diciendo, acababa de subir a Lala, mi vaquita preferida a la camioneta, e iba manejando por la carretera cuando este enorme camión-trailer de dieciocho ruedas ignoró la señal de ALTO y se fue a incrustar a un lado de mi camioneta, Yo salí volando y acabé tirado en una zanja, Lalita también fue a parar en una zanja pero al otro lado del camino. Estaba yo tan adolorido que no me quería ni mover, desde allí podía oír a mi pobre Lalita mugiendo y quejándose bien feo. Yo sabía que estaba terriblemente lastimada nada más por sus mugidos de dolor; poquito después del camionazo, un patrullero llegó al lugar del accidente, y oyendo los terribles mugidos de Lalita; fue a checarla, después de ver la fatal condición en que se encontraba, sacó su pistola y le pegó un tiro en medio de los ojos, luego vino a donde estaba yo, y aún con la pistola en la mano me preguntó:
Y usted, ¿Cómo está, cómo se siente?
Con todo respeto su señoría, pero…
¿Usted que chingados le hubiera contestado a ese cabrón?