
¿Qué hacer en Tuxpan Veracruz? – Cabalgar en las praderas de la Huasteca con tus amigos
Nada iguala la sensación de montar a caballo entre las praderas verdes de la Huasteca, con el sol dorando los campos y el sonido de los cascos marcando el ritmo de la libertad. En esta región donde la ganadería es parte esencial de la vida y la economía, cabalgar no es solo un pasatiempo: es una tradición viva que une a familias, amigos y comunidades enteras.
Una experiencia huasteca auténtica
A lo largo del año, se organizan distintas cabalgatas que recorren caminos rurales, arroyos y montes cubiertos de pasto fresco. Muchas de ellas tienen un significado religioso o festivo, como las peregrinaciones hacia capillas y comunidades vecinas. Pero sin duda, la de mayor arraigo es la Cabalgata en honor a la Virgen de la Asunción, que culmina cada 15 de agosto en la playa tuxpeña, donde jinetes de todo el municipio llegan para celebrar entre música, fe y convivencia.
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Entre monturas y amistad
Cabalgatas como estas son también un encuentro entre amigos. Hombres y mujeres de campo, jóvenes y adultos, comparten el camino y las historias bajo un mismo cielo. Algunos llevan años participando; otros se suman por primera vez, atraídos por la idea de vivir una jornada a caballo rodeados de naturaleza. La ruta se llena de risas, saludos y el aroma a tierra mojada que deja la lluvia reciente sobre los potreros.
Para el visitante aventurero
El turista que desee participar en esta experiencia puede hacerlo fácilmente. En Tuxpan hay ganaderos que rentan caballos especialmente para estas travesías, y si el visitante se gana su simpatía, quizá hasta le presten uno “de confianza”.
En nuestras redes sociales solemos publicar las fechas y puntos de partida de las próximas cabalgatas con una o dos semanas de anticipación, así que basta con estar pendiente para no perderse esta aventura que combina paisaje, tradición y camaradería.
Un recuerdo que galopa contigo
Cabalgar por las praderas de la Huasteca es más que una postal turística: es sentir el pulso del campo tuxpeño, el orgullo de sus ganaderos y la calidez de su gente. Al caer la tarde, mientras el horizonte se tiñe de naranja, los jinetes regresan despacio, satisfechos de haber compartido una jornada que huele a historia, a sudor y a libertad.