La democracia, como el ajedrez, es un juego de estrategia, tiempos y movimientos. Pero en Tuxpan, Veracruz, la contienda electoral del próximo 1 de junio parece más un juego de sillas musicales, donde las salidas superan a las entradas y muchos de los asientos siguen vacíos. La selección de planillas se ha convertido en un espectáculo que va más allá de la deliberación política: es un teatro de renuncias, sustituciones y silencios incómodos.
Hasta ahora, los únicos que parecen tener en orden son los de MORENA que no han hecho nigún cambio desde que anunciaron su planilla. Mientras que -por ejemplo- el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) y el Revolucionario Institucional (PRI) se tienen sustitutos a la vista. En el PVEM como ya se los habíamos dicho, Areli Bautista Pérez dejó la sindicatura propietaria para dar paso a Antonieta Vargas García, mientras que en la suplencia Martha Dolores Quiroz Lagos cedió su lugar a Edith Herrera Coca. Movimiento quirúrgico, pero sin mayor escándalo.
Piques Bar
En el PRI, el cambio fue más discreto: Leticia Guadalupe Sánchez Bautista —una figura que aparecía en más de una planilla, generando suspicacias por su doble militancia política o por su valor como ficha de cambio— fue sustituida por Eréndira Martínez Cruz como suplente a la presidencia municipal. Aquí se reacomodaron las piezas con pragmatismo.
El verdadero problema está en el resto. Movimiento Ciudadano aún no confirma quiénes suplirán a Luis Ricardo Baltazar Ojeda y a Zulema Guadalupe Tamayo Aquino, ambos bajados de la contienda en regidurías claves. En el PAN, el desorden es similar: renuncian Juan José Cano Valdez y Érika Sánchez Saldivar, pero los relevos no aparecen por ningún lado. ¿Falta de cuadros? ¿Falta de voluntad?
El caso del PT no es mejor. Las salidas de Sofía Cruz Rivera y Mónica Asiare Hernández Santiago de la fórmula para regidurías tampoco han sido subsanadas, lo que pone en duda no sólo la preparación del partido, sino su nivel de compromiso con la elección.
No es la primera vez que las planillas en Veracruz se convierten en zona de turbulencia, pero lo de Tuxpan es revelador: ni siquiera los partidos que presumen tener estructura logran llenar con eficiencia los huecos que deja el desgaste político, los vetos internos o simplemente el miedo al escarnio público.
En mi opinión, en tiempos donde la confianza ciudadana en las instituciones políticas está por los suelos, este tipo de improvisaciones no ayuda. El 1 de junio se acerca, y mientras tanto, en Tuxpan las planillas siguen en el aire, en espera de algo más que nombres: en espera de convicciones.