Marinos fuera de control: una noche de caos y tragedia

TUXPAN, VERACRUZ | El libramiento Adolfo López Mateos suele ser un corredor tranquilo al caer la noche, iluminado apenas por las luces de los autos que van y vienen, pero esta vez fue escenario de una cadena de desgracias impulsada por la imprudencia y el alcohol. Dos elementos de la Marina, envalentonados por la parranda, desataron el caos a bordo de un Volkswagen Bora negro con placas de Guerrero, dejando una estela de daños, heridos y preguntas sin respuestas claras.

Todo comenzó en la colonia Villa Rosita, frente a la calle Violetas. Agripino “N.”, un hombre de 61 años con el semblante curtido por años de trabajo, piloteaba su Italika FT180 roja con negro. No vio venir el impacto hasta que fue demasiado tarde. El Bora lo embistió, lanzándolo al asfalto como si fuera un muñeco. Vecinos corrieron a auxiliarlo, pero los marinos no se detuvieron. La responsabilidad quedó olvidada en el retrovisor mientras Agripino era llevado de urgencia al hospital.

HOTEL ESPAÑA

El Bora siguió su carrera hacia el fraccionamiento Petrópolis, el motor rugiendo como si quisiera escapar de la misma culpa que cargaba. A mitad del camino, chocaron con una camioneta Nissan Frontier blanca, provocando que volcara como una lata de sardinas bajo presión. Carlos Javier, un hombre de 74 años, y Carmen, su esposa de 54, quedaron atrapados en el amasijo de metal, heridos y aturdidos. Fue necesaria la intervención de paramédicos para sacarlos y llevarlos a una clínica particular.

Finalmente, el Bora encontró su límite al salirse de la carretera, quedando varado como un testigo mudo de la imprudencia de sus ocupantes. Pero los marinos, sin rendirse, decidieron probar suerte a pie, intentando desaparecer entre las sombras. No contaban con que los Polimarinos de la SSPM de Tuxpan ya estaban tras su rastro.

Y aunque fueron interceptados, lo que ocurrió después dejó un sabor amargo en el aire. No hubo detenciones formales, no hubo responsables puestos frente a la justicia. Solo un silencio incómodo que hizo eco en la madrugada. Ahora, las víctimas se enfrentan a una nueva batalla: la burocracia y la incertidumbre de si alguien pagará por los daños materiales, los gastos médicos y las vidas que quedaron marcadas por una noche de caos.

En Tuxpan, como en cualquier otro lugar, las cosas no siempre son lo que parecen. A veces, los que juraron proteger se convierten en los que hacen daño, y la justicia, en un simple espectador.

Hielo y Agua Mizu