¡Ya quieren ahogar la Elección a la Diputación Local!
En Veracruz solemos confundir los cauces de los ríos con los cauces de la ley. Después de las lluvias de octubre y las inundaciones que golpearon a diversas regiones del estado, algunos actores políticos han querido hacer creer que la elección extraordinaria para la diputación local del Distrito 3 —que corresponde a Tuxpan, Tihuatlán, Tamiahua y Cazones— podría “omitirse” por causas de fuerza mayor.
La declaración surgió a partir de una respuesta de la presidenta del OPLE, Marisol Alicia Delgadillo, quien ante la insistencia de un reportero afirmó que “no se descarta” la posibilidad de que, debido a la contingencia, no se realice la elección. Lo que sorprende no es la prudencia técnica de la funcionaria, sino la ligereza mediática con la que se quiso convertir esa frase en un acto de autoridad.
El OPLE no tiene facultades para decidir si se realiza o no una elección extraordinaria. La Constitución del Estado es clara: esa atribución corresponde exclusivamente al Congreso de Veracruz. El OPLE organiza elecciones, no las cancela. Su papel es administrativo, no legislativo. Técnicamente, puede hablar de condiciones logísticas, pero no de decisiones políticas.
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La sola pregunta del reportero revela un problema más profundo: en Veracruz hemos normalizado la idea de que las instituciones electorales tienen que resolver lo que los actores políticos no quieren enfrentar. En este caso, lo que se pretende es sembrar la idea de que la elección extraordinaria podría evitarse con el argumento de una catástrofe que, simplemente, no ocurrió en el Distrito 3.
Porque conviene recordarlo: El Río Pantepec no atraviesa Tuxpan. Tampoco arrasó con Tihuatlán ni con Cazones. Y Tamiahua, aun con sus anegamientos costeros, nunca perdió su funcionalidad. Las comunidades afectadas en Tuxpan fueron atendidas en pocos días, las vialidades principales se rehabilitaron y muy pocas escuelas —que fungen como casilla electoral— quedaron inhabilitadas a largo plazo.
Hablar de “imposibilidad material” para organizar una elección, como exige la ley para omitirla, es una exageración que no resiste una visita de campo ni una lectura seria de los dictámenes de Protección Civil.
Querer cancelar una elección bajo un argumento de desastre natural cuando la infraestructura está de pie, las rutas están abiertas y la vida cotidiana sigue su curso, es tanto como pretender que una lluvia fuerte justifica suspender la democracia.
La ley no admite caprichos. Tampoco admite interpretaciones creativas. La elección extraordinaria del Distrito 3 existe porque el propietario y la suplente solicitaron licencia para ocupar otros cargos. Eso no cambió con la lluvia, ni con el nivel del río, ni con la narrativa de quienes hoy quisieran evitar un proceso que, políticamente, les resulta incómodo.
Decir que “podría cancelarse” solo alimenta sospechas. Un sistema democrático se fortalece cuando se sigue la ley, no cuando se busca la manera de sortearla. Y en este caso, la ley es contundente: la elección debe realizarse.
En mi opinión, en Veracruz suele decirse que cuando el río suena, es porque agua lleva. Pero en la política local, el ruido muchas veces viene de quienes quisieran que el agua arrastre también sus responsabilidades.
