Vejez en tiempos modernos
Antes el ser anciano era sinónimo de experiencia, de inteligencia. Pero ahora en la sociedad postmoderna los hemos rebajado a la definición de “persona senil inútil”. He visto como muchas personas desearían no llegar a ser ancianos porque sienten que se convertirían en un estorbo para los familiares. -Les quitaría su valioso tiempo porque me tendrían que cuidar, -dicen por ahí algunos. Y tal vez puede sonar cierto, porque en el mundo actual todos vivimos de prisa, estamos muy ocupados y tenemos muchas cosas que hacer.
La sociedad actual no solo es cruel con los ancianos, sino que el establishment actual no es el mejor que puede haber para la gente mayor. Ser una persona de edad (y ya no me refiero solo a los ancianos, sino a la gente que acaba de cumplir los 40 años) significa perder oportunidades de empleo, significa ser un estorbo para las empresas (a pesar de su capacidad) porque las prestaciones que se les debe de pagar a la gente mayor son más altas, y también porque no cumplen con el perfil del joven que buscan muchas de las empresas (con energía, ingenuo y sumiso). La gente mayor tiene más experiencia y más colmillo para cuestionar las cosas que están saliendo mal dentro de una empresa, y por eso es natural que las empresas no los quieran, sino que los ven como una amenaza en lugar de verlos como una oportunidad (generalizo, porque yo sé que si existen aquellas empresas que aprovechan las cualidades del adulto mayor).
También deberíamos mencionar las pensiones. Anteriormente la pensión garantizaba al anciano su mantenimiento desde la ancianidad hasta la muerte. Ahora ya no es así. La disminución en el crecimiento de la población está poniendo en crisis el sistema de pensiones a nivel mundial. Esta crisis que se ha generado ha provocado que muchos jóvenes piensen desde tempranas edades en su retiro. ¿Ya me comprenden por qué nadie quiere ser viejo?
Los ancianos nos pueden enseñar muchas cosas, y son personas a las que se les puede sacar mucho provecho. Pero se les subestima, y a veces se les vé como un estorbo.
La ancianidad es la culminación de la vida. No habrá esa energía que tenían en la juventud, pero si existe la acumulación de la experiencia vivida. Los ancianos son expertos en ello y son quienes pueden hablar mejor de ello. Por esa razón no se les debería subestimar, por el contrario, se les debería admirar por el largo historial que tienen, y que nos puede dejar una grata enseñanza a los jóvenes.