La Vanidad, el pecado favorito de Satanás se hace presente en Tamiahua

En el tranquilo municipio de Tamiahua, la alcaldesa Linda Guadalupe Rodríguez ha desatado una tormenta política que pocos anticiparon. La reciente decisión de renombrar «Playa Norte» a «Playa Linda» ha causado un descontento generalizado entre la ciudadanía. Lo que en apariencia podría parecer un simple cambio de nombre, ha sido interpretado por muchos como un acto de arrogancia y desdén hacia la opinión pública.

Los habitantes de Tamiahua han alzado la voz contra una decisión que no consultó ni al cabildo ni a la ciudadanía. Bautizar una playa con su propio nombre, como si fuera una emperatriz, ha dejado un mal sabor de boca entre los tamiahuenses. El cambio ha venido acompañado de nuevas letras turísticas que adornan la playa rebautizada, con un costo de más de 800 mil pesos. Para muchos, este gasto no solo es una muestra de vanidad, sino que también parece estar inflado.

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La comunidad argumenta que esos recursos podrían haberse destinado de manera más efectiva a mejorar la infraestructura turística de la zona. La entrada a las playas, llena de lodo y con un acceso complicado, da una pésima primera impresión a los visitantes. En lugar de invertir en un nuevo letrero, sería más beneficioso para todos mejorar estas condiciones básicas.

El descontento no solo radica en el costo, sino en la falta de sensibilidad de la alcaldesa ante las verdaderas necesidades del municipio. En una época en la que cada peso del erario debería ser cuidadosamente invertido, gastar una cantidad tan considerable en letras turísticas parece, a los ojos de muchos, un lujo innecesario.

Los tamiahuenses esperan una respuesta de su alcaldesa y una reevaluación de las prioridades municipales. El descontento está en el aire y la administración de Linda Guadalupe Rodríguez tiene ahora la oportunidad de corregir el rumbo y demostrar que escucha y valora la voz de su pueblo.

Mientras tanto, Playa Linda se erige como un recordatorio de que, en política, la percepción es tan importante como la realidad. Y en Tamiahua, la percepción de vanidad y desconexión con las necesidades ciudadanas podría tener un costo mucho mayor que 800 mil pesos.

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