La última parada de Carlos Ordaz: un viaje sin retorno
Carlos era oriundo de Dr. Montes de Oca, una comunidad del vecino municipio de Álamo, donde la gente vive de trabajar con las manos. Ayer, rodaba en su taxi por la carretera Tuxpan-Tampico, rumbo a la colonia La Universitaria. Como muchos otros días, llevaba pasajeros con historias que nunca escucharía y rostros que probablemente nunca recordaría. Pero el camino es traicionero y, a veces, el último giro llega antes de lo que uno piensa.
Cuando el infarto lo sorprendió, Carlos no se dejó vencer de inmediato. Alcanzó a detener el coche, a bajar la velocidad, como un piloto que, pese a todo, no abandona el control de su nave. Los pasajeros, confusos, descendieron del vehículo, sin saber que esa sería la última vez que lo verían con vida. En silencio, Carlos se quedó en su asiento, un guerrero que había dado su última batalla sobre el asfalto.
La noticia llegó a su familia, quienes no tardaron en presentarse en las instalaciones de las autoridades ministeriales para identificarlo. Con trámites y firmas de por medio, recibieron el cuerpo de un hombre que dejó su vida en la carretera, en un taxi que se detuvo para siempre en una parada que nadie esperaba.
Carlos Ordaz Ángeles era más que un taxista; era un hombre de su tierra, de los caminos, un rostro entre los tantos que diariamente desafían la carretera. Ahora, descansa en su última parada, en un destino donde el sonido del motor ya no interrumpe el silencio. Que en paz descanse.
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