El 15 de noviembre de 1966, el histórico Cerro de La Atalaya fue testigo de un evento que marcó un antes y un después en la historia militar y urbana de la región. En una ceremonia solemne, el General de División Alberto Pérez Ortiz, comandante de la XIX Zona Militar, colocó la primera piedra del edificio que simbolizaría la fortaleza y el compromiso de las Fuerzas Armadas con la seguridad del país.
El evento, que se llevó a cabo en el corazón de un lugar cargado de historia, congregó a destacadas personalidades del ámbito oficial, la banca, la industria, el comercio y la educación. Asimismo, estuvieron presentes jefes de los sectores militares de la zona, quienes reafirmaron su compromiso con los valores que representan las Fuerzas Armadas.
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Un legado histórico y arquitectónico
El edificio, cuya construcción se emprendió con entusiasmo, no solo tenía como objetivo reforzar las operaciones militares de la región, sino también embellecer el paisaje de un cerro emblemático que, en tiempos de la Revolución Mexicana, fue conocido como el Fuerte «Francisco I. Madero». Este cambio representaba una transformación simbólica: de un baluarte de lucha revolucionaria a un espacio de resguardo para la paz y la seguridad nacional.
La colocación de la primera piedra no solo marcó el inicio de una obra arquitectónica, sino también un hito de desarrollo y unión para la región. La presencia de sectores tan diversos en la ceremonia reflejó la relevancia del proyecto, que trascendía lo militar para convertirse en un símbolo de progreso para la comunidad.
Hoy, el Cerro de La Atalaya sigue siendo un recordatorio del valor histórico y estratégico de nuestra tierra, y el edificio de la XIX Zona Militar se erige como testimonio de los esfuerzos realizados en 1966 para fortalecer la soberanía y la identidad nacional.
El Gran Salón