La historia de la palabra «ABRACADABRA»
Esta palabra cabalística apareció hacia el siglo II de nuestra era, inscrita en amuletos, y se creía que poseía ciertas cualidades mágicas.
El nombre se tomó de la palabra griega abraxas, que designaba un amuleto en el cual el término latino abracadabra aparecía once veces, cada vez con una letra menos hasta terminar con una a.
El uso de estos amuletos era común en la secta dualista de los gnósticos —creían en un dios y un demonio igualmente poderosos—, que pensaban que la salvación podía ser obtenida mediante el conocimiento esotérico, al que llamaban gnosis. Esta secta fue fundada en el siglo II por Basílides, un profesor de la Universidad de Alejandría, quien postulaba la existencia de Abraxas, un ser que vinculaba al culto al Sol. A las siete letras griegas de abraxas se les atribuían números, cuya suma arrojaba un total de 365, la cantidad de días que la Tierra tarda en recorrer su órbita.
Esta etimología de abracadabra es la que suscribe la Real Academia Española en su diccionario.