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La Cámara Nacional de Comercio (CANACO) de Tuxpan parece haber perdido el rumbo bajo la gestión de su actual presidente, Raúl Patiño. Lo que alguna vez fue una institución robusta, promotora del desarrollo comercial, trampolin de presidentes municipales y un punto de encuentro para los empresarios locales, ahora parece estar languideciendo, atrapada en la apatía y la falta de visión.

Un ejemplo doloroso de este declive es la «Caravana del Buen Fin». Este evento, que en el pasado era una fiesta comercial donde largas filas de vehículos y comerciantes anunciaban con entusiasmo los descuentos y ofertas que impulsaban la economía local, hoy se ha reducido a una triste procesión de apenas ocho vehículos. Ocho. Es un número que más que representar una oportunidad de negocio, evidencia el desinterés y la incapacidad de la CANACO para movilizar al sector comercial tuxpeño.

Pollo Dorado

Pero el problema no es solo la caravana; es lo que simboliza. Una cámara de comercio tiene la obligación de actuar como un catalizador del crecimiento económico, brindar capacitación a sus miembros, buscar mejores condiciones para sus agremiados, gestionar apoyos para pequeños empresarios y, sobre todo, ser una plataforma que impulse la innovación y la competitividad. Bajo la administración actual, estas obligaciones parecen haber quedado en el olvido.

¿Dónde están los programas de capacitación? ¿Dónde están los vínculos con instituciones gubernamentales y educativas para fortalecer el tejido comercial de la región? ¿Dónde están los planes estratégicos para atraer inversión a Tuxpan? Al parecer, estas preguntas no tienen respuesta, o peor aún, las respuestas no existen.

Raúl Patiño ha tenido el tiempo y la oportunidad de revitalizar la CANACO Tuxpan, pero los resultados hablan por sí solos: una cámara desarticulada, que no conecta con las necesidades reales de los comerciantes y que, para muchos, ha dejado de ser relevante. Los comerciantes que alguna vez confiaron en la institución ahora se cuestionan si vale la pena seguir siendo parte de ella.

En mi opinión, el comercio tuxpeño necesita liderazgo. Una CANACO que no solo cumpla con sus funciones básicas, sino que sea un motor de desarrollo, creatividad y oportunidades. Porque Tuxpan lo merece, y sus comerciantes también.

Es momento de que los empresarios locales exijan a su cámara de comercio más que eventos simbólicos. Necesitan una institución que trabaje de verdad por ellos y que esté a la altura de los desafíos actuales. Mientras eso no suceda, la CANACO seguirá siendo una cámara sin brújula, extraviada en su propio desinterés, y probablemente se extinga.

Centro Escolar Albatros A.C.

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