HUIR
Huir es lo que se sabe hacer mejor en el último de los casos. En este momento quizás muchos lo estamos haciendo, huyendo de la realidad, de los juicios, de la desaprobación de las personas, del coraje estancado, de la mirada acusadora, huimos de nosotros mismos, de la conciencia, de los anhelos y hasta de los propios sueños.
Utilizamos como refugio las letras, la música melancólica, los recuerdos… de esta manera hacemos sangrar las cicatrices y a la vez desgarramos nuestra propia alma.
Y así nos pasamos la vida huyendo de toda la realidad agobiante, hacia lo que tuvimos y ya no, quizás donde pasamos los mejores momentos, donde todo era felicidad, quizás buscamos transportarnos a ese lugar que los hizo sentir en calma, el sosiego y donde podíamos llenar los huecos con aliento de alguien más.
Huimos de la soledad como si ella no estuviera siempre esperando el momento adecuado para apoderarse de nuestro ser, ella siempre está ahí, cuando reímos, cuando más felices nos sentimos, cuando más amor hay; pero pocos sabemos convivir con ella, pocos sabemos tomar lo mejor de la soledad que es estar con nosotros mismos y conocernos a profundidad, sin caretas, sin sentimientos falsos y sin engaños.
Llegará un momento en el que no se puede huir más, donde debemos aterrizar, afrontar con fuerza la realidad, de frente y a quema ropa, porque hasta las mismas heridas que están ahí sangrando constante, nos recuerdan una cosa: ¡SEGUIMOS VIVOS!