Tuxpan, Ver.- La noche del sábado pasado un escalofriante descubrimiento sacudió los cimientos de Tuxpan. El cuerpo sin vida de un hombre yacía en su morada, envuelto en un avanzado estado de descomposición. Las autoridades locales, peritos en la materia, se pusieron manos a la obra para desentrañar el misterio detrás de su fallecimiento.

El lúgubre suceso tuvo lugar en el oscuro callejón Gabriel García Márquez, enclavado entre las calles Heriberto Jara Corona y Fernando Gómez Palacios, en la siniestra colonia Rafael Murillo Vidal.

La identidad del difunto es Carlos Alberto González Cruz, un hombre de tan solo 33 años. Con tristeza y desconcierto, sus allegados confiesan que llevaban sin tener noticias suyas durante al menos tres días. La preocupación se convirtió en alarma cuando un penetrante olor nauseabundo comenzó a filtrarse desde su habitación.

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Sin más opción que enfrentar el sombrío panorama, decidieron entrar. Las horripilantes imágenes que se desplegaron ante sus ojos les hicieron comprender que la muerte había hecho su morada en aquel cuarto. El cadáver de Carlos, en un estado de descomposición tan avanzado que la putrefacción misma parecía adueñarse de su ser, fue el macabro hallazgo. La noticia, cual bocanada de aire viciado, se esparció y las autoridades fueron notificadas.

La Fuerza Civil y los polimarinos, sin temor a adentrarse en el horror, llegaron al lugar. Rodearon el recinto con cautela, conscientes de que la escena que aguardaba tras aquellas puertas era digna de pesadillas. Peritos criminalistas y agentes investigadores se adentraron en la penumbra para desentrañar los secretos que yacían en cada rincón.

El cuerpo fue levantado, con el mayor de los respetos que la muerte merece, y trasladado a las instalaciones del maldito SEMEFO. Las sospechas de violencia no encontraron fundamento en aquella estancia, y aunque el cuerpo parecía ajeno a cualquier herida, las autoridades persisten en su pesquisa para esclarecer el sombrío destino que envolvió a Carlos Alberto González Cruz.

La comunidad de Tuxpan, ahora sumida en la desolación y la perplejidad, espera con ansias que la autopsia y las investigaciones arrojen luz sobre este trágico episodio. Carlos Alberto González Cruz, su nombre ahora arrastrado por el viento, deja un vacío en el corazón de aquellos que lo conocieron, quienes exigen justicia para hallar respuestas en esta oscura noche de incertidumbre.