Imagina que necesitas comprar unos chicles o una coca bien fría en la tienda de la esquina, pero antes de entrar decides hacer algo muy lógico: consultar el padrón del SIEM. Sí, porque seguramente el éxito de tu compra depende de verificar si «Abarrotes Nandito», ubicado en la colonia CANACO, está inscrito en este prestigiado registro nacional. ¿Verdad que no? Pues eso mismo pensamos todos.
El Sistema de Información Empresarial Mexicano (SIEM) nació en los años 90 con grandes aspiraciones: ser el padrón empresarial definitivo, el Google de las empresas mexicanas… pero sin Google. Suena bien en el papel, ¿no? Pero en la práctica, nadie —y subrayo: nadie— lo usa. Bueno, quizá algunos funcionarios para justificar su sueldo y unas cuantas cámaras empresariales que lo ven como una especie de «coperacha obligatoria».
¿Qué hace el SIEM? (o mejor dicho, qué no hace)
En teoría, el SIEM debería ser una herramienta espectacular para fomentar negocios. Una base de datos con toda la información empresarial del país, para que empresarios, inversionistas y hasta Elon Musk puedan buscar oportunidades en México. Pero, ¿cuántos empresarios estadounidenses se han metido al SIEM para decidir si compran aguacates de «Frutería Lupita» o electrodomésticos en «Reparaciones El Güero»? Exacto: ninguno.
Es más, ni los mismos empresarios mexicanos usan el SIEM. Pregunta al azar a algún dueño de negocio y te dirá algo como:
— ¿El SIEM? ¿Eso es como el INE o qué?
El Nuevo Pekin
Un padrón que envejeció mal
El SIEM fue diseñado en una época en la que el internet estaba tan de moda como los Walkman y las cámaras Polaroid. Pero en pleno 2025, donde las redes sociales y los buscadores dominan, el SIEM sigue existiendo… más como un fósil tecnológico que como una herramienta útil.
Además, la base de datos no solo está desactualizada, sino que parece escrita con máquina de escribir. Empresas que cerraron hace años siguen figurando en el registro, mientras que nuevos negocios ni se molestan en inscribirse. Total, ¿para qué pagar por algo que nadie revisa?
Entonces… ¿Para qué sirve el SIEM?
La respuesta corta: para pagarle la cuota a tu cámara empresarial. Y ya.
Te prometen que aparecer en el SIEM te dará visibilidad y oportunidades, pero vamos, ¿qué empresa ha cerrado un trato millonario porque otro empresario revisó el padrón y dijo: “¡Wow, vamos a invertir en ‘Pollo de Oro’ de la colonia Rosa María!”? Exacto, ninguna.
Mientras tanto, en las redes sociales, «Pollo de Oro» vende más con un simple post: «¡Hoy promociones hay! ¡CÓMETE TU PAQUETE QUEDES! Ven y disfruta con tu familia…»
La triste realidad
El SIEM se ha convertido en ese sobrino inútil al que nadie quiere invitar a las reuniones, pero al que todos tienen que darle dinero. Porque aunque no sirva, sigue siendo «obligatorio» según… Y las cámaras empresariales, que deberían estar buscando formas de apoyar a sus agremiados, prefieren seguir cobrando por este museo de la obsolescencia… Pero, ¿Qué pasa si no pagas el SIEM? Legalmente, podrías recibir una multa. Pero, seamos honestos, ¿cuántos empresarios en México están temblando porque no pagaron su registro al SIEM? Exacto: Menos que los que consultan el SIEM para hacer negocios.
En mi opinión, la solución es simple: aceptemos que el SIEM ya no funciona y eliminemos esa cuota obligatoria. Dejemos de pretender que un empresario de Wisconsin está revisando el padrón para decidir si invierte en «Abarrotes Nandito» en Tuxpan. Hoy en día, las redes sociales, los buscadores, y hasta los grupos de WhatsApp son más efectivos para conectar a los negocios.
Así que, empresarios, dejemos de alimentar este dinosaurio. El mundo cambió, y el SIEM no lo hizo. Y como dice el meme: «Ya siéntese, señor»…