EL GATO Y EL CHOCOYO
Un un vecino pueblo de Tuxpan, un campesino llega al almacén en un crudo día de invierno (ya saben la época…), con una tremenda helada, y un frio que… ¡Te podrías reír de Acasuchitlán!
– ¡Negro!, le dice al dueño, quiero que me vendas una de esas bolsas de goma que se le pone agua caliente adentro para calentar la cama y tener los pies calientes…
– Coño, Chocoyo, que mala suerte la tuya; justamente esta mañana le vendí la última a María, la que vive al lado del Bolis…
– ¿Que hago yo ahora con el frio que hace por la noche?
– No te preocupes hombre, yo te prestaré mi gato.
– ¿Tu gato?
– Mi gato es gordito, te lo colocas en los pies dentro de la cama y verás que calorcito que te da toda la noche. El martes volveré a tener bolsas así que vienes por una y me lo devuelves.
– Bueno, ¡gracias Negro!…
El Chocoyo toma el gato y se dirige a su casa. El día siguiente se aparece con la cara desfigurada por los rasguños del gato, en la tienda del negro…
– Negro, vengo a devolverte este gato de mierda y a ver si lo sacrificas… ¡MIRA COMO ME DEJÓ EL MALPARIDO!…
– Pero Chocoyo, ¿qué pasó? si es lo más manso que hay…
– ¿Manso?… ¡LA CHINGADA QUE!, el embudo en el trasero se lo aguantó, pero cuando empecé a echarle el agua hirviendo… ¡¡SE PUSO COMO LOCO!!…