El barco de los hermanos Álvarez Soto: orgullo y tragedia del río Tuxpan
Con información de Don Raúl Serrallonga Basañez
A mediados del siglo XX, cuando el río seguía siendo la arteria que movía el comercio y la esperanza de los tuxpeños, llegó al puerto un barco que prometía transformar la economía local. Sus dueños eran Ángel y Antonio Álvarez Soto, visionarios empresarios e hijos de una familia emblemática del municipio.
El sueño de un Tuxpan exportador
Los hermanos Álvarez habían heredado no solo el empuje comercial de su padre, don Antonio Álvarez Pancardo, quien había fungido como presidente municipal en 1923, sino también la fe en el futuro industrial de Tuxpan. Eran los tiempos del auge camaronero, cuando las aguas del Golfo rebosaban de crustáceos y el mercado internacional demandaba producto refrigerado.
En 1954, los Álvarez Soto trajeron al puerto un barco refrigerante de gran capacidad, junto con cuatro embarcaciones camaroneras, con la intención de empacar y exportar camarón a gran escala. Era una apuesta ambiciosa: montar una cadena completa de captura, procesamiento y venta directa al extranjero.
La operación contaba con el respaldo de la primera fábrica de hielo que tuvo la ciudad, “La Constancia”, fundada por la misma familia años antes. Aquel hielo, producido con un método artesanal y constante, servía tanto para conservar el pescado como para abastecer comercios y neverías locales.
El año que el río se desbordó
Pero el destino, siempre caprichoso, decidió poner a prueba su constancia. En 1955, una de las peores crecientes que recuerdan los tuxpeños azotó la región. Las lluvias torrenciales hincharon el río hasta hacerlo irreconocible; el agua arrastró árboles, embarcaciones y cuanto halló a su paso.
El gran barco refrigerante, orgullo de los Álvarez Soto, fue arrancado de su amarre y terminó embarrancado casi frente a la ciudad. La nave quedó inclinada, con el casco incrustado en la ribera, mientras la corriente seguía rugiendo.
Por semanas, fue espectáculo obligado de los curiosos que se acercaban a mirar aquel gigante de hierro vencido por la naturaleza. Algunos decían que el barco parecía dormido, otros que había decidido quedarse para siempre como guardián del puerto.
Herencia de una familia pionera
Aunque el proyecto camaronero no prosperó como se esperaba, el legado de los Álvarez Soto quedó grabado en la historia tuxpeña. No solo introdujeron la tecnología del hielo y la refrigeración -el hielo es progreso-, sino que fueron parte de una generación que creyó que Tuxpan podía crecer mirando al mar.
La fábrica La Constancia, los barcos, y aquel sueño industrial fueron símbolos de una época en que el río no era solo paisaje, sino esperanza.
Hoy, la fotografías recuperada es un testimonio de ese capítulo olvidado: el de una familia que quiso hacer de Tuxpan un puerto moderno, y de un barco que terminó siendo monumento involuntario de su propio tiempo.
Don Raúl Serrallonga no recuerda cual era el nombre del barco, pero la inteligencia artificial con técnicas de aumentar contraste y detalle del casco para buscar alguna letra o marca en esta imagen de este barco, nos arrojó la siguiente imagen. ¿Tu que opinas?

Imagen Original en el archivo de don Rául Serrallonga

Fábrica de hielo «la constancia» – La primera en Tuxpan Veracruz
