Aumenta el Taxichocómetro: Un cruce, un chirrido más…
Tuxpan, Veracruz | El reloj marcaba las once y media cuando el sol caía sin piedad sobre el centro del puerto. En la esquina de Heroica Veracruz y Juan Soto Lara, las sombras eran pocas y el silencio, interrumpido por un estruendo seco.
Rosendo «G», sesenta y cinco años a cuestas y más de una historia al volante, venía bajando la calle con su Chevrolet Aveo blanco con rojo, modelo dos mil diecisiete, sin placas. No venía rápido, pero sí distraído, como si el día le pesara más que el tráfico.
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Invadió el carril que no debía y ahí fue: el golpe, el rebote de metal contra metal, el chillido de una llanta que no alcanzó a huir. Del otro lado venía Eduardo Emmanuel «V», diecinueve años apenas, con su Yamaha blanca, de esas de Dominos Pizza, con placas del Estado de México. Vecino de la colonia El Retiro, con más vida por delante que experiencia al volante.
La moto se fue al suelo. Eduardo también. No fue grave, dicen los que vieron. Se levantó por su propio pie, sacudiéndose el polvo, con un gesto entre susto y rabia.
Llegaron los agentes, tomaron nota, midieron distancias. El parte dirá “lesionado leve”. Pero en el cruce quedó algo más: la certeza de que en Tuxpan, a veces basta un segundo, una distracción o una calle mal tomada, para escribir otra historia sobre el asfalto caliente.