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SOMOS CHATARRA

por | Ene 7, 2014 | Artículo

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¡SOMOS CHATARRA! Y chatarra abundante, ya que según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación), México vive un interesantísimo proceso en donde, simultáneamente, se está reduciendo la desnutrición, mientras que se gesta un problema de obesidad entre los niños. Por desgracia, esta transición no tiene parada intermedia en la estación “salud y buena alimentación”.

SOMOS LO QUE NOS QUEDA DENTRO

A quien no se le antoja de vez en cuando unos taquitos de canasta, un burrito de chile relleno, un francés con lechón o una carne en su jugo. Y todas las bolsitas que constituyen la mayor parte del inventario de los millones de tienditas de barrio en nuestro país, que contienen nada más que bombas contra la salud: una vez más, exceso de azúcares, grasas y sales.

La FAO nos da más luz sobre el asunto: lo irónico del asunto no es falta de comida en México, sino el acceso a la misma, algo en lo que el gobierno trabaja con programas de salud y alimentación dirigidos a los más pobres. De acuerdo con las cifras oficiales, la pobreza extrema se ha reducido en cerca del 15% en los últimos cuatro años. Aun tomándolas con reserva, esto nos dice que, al pasar de desnutridos a obesos, pasamos de largo el detalle de la educación nutricional.

EL VIÑEDO

EN BUSCA DEL EQUILIBRIO PERDIDO

Los médicos, en boca del psiquiatra Alberto de la Chica del Instituto de Psiquiatría Ramón de la Fuente, nos recuerdan que el cuerpo y la mente siempre tienden a la homeostasis, es decir, al equilibrio de las cantidades de nutrientes que el cuerpo necesita, sin agarrar lo que se necesita. Esto nos brindaría una salud óptima. Los enemigos de la homeostasis son muchos, pero los más peligrosos,  son los radicales libres y los triglicéridos, las grasas saturadas y el exceso de sodio.  Varios estudios  recientes han señalado incluso que estas sustancias resultan adictivas y tal como sucede con las drogas ilegales, se convierten en un sustituto artificial de lo que naturalmente nos llevaría a la homeostasis. El psiquiatra nos señala el cambio más adecuado: “mientras menos te separes de los elementos naturales de la nutrición, menos dependiente serás”. 

La combinación que hacemos los mexicanos de azúcar, grasa y sal, nos ha convertido en uno de los países con más personas con diabetes (Según la Federación Internacional de Diabetes [IDF, por sus siglas en ingles] somos el décimo lugar, pero con posibilidades de ascender al séptimo en poco tiempo). De acuerdo con las proyecciones locales, en México 10.7 por ciento de la población –entre los 20 y 69 años-  padece esta enfermedad (Encuesta Nacional de Salud). La diabetes es la primera causa de hospitalización, de amputación no traumática y de ceguera adquirida. Todo esto no es gratuito si consideramos, por ejemplo, que también  somos los campeones en consumo de refrescos de cola; en promedio, cada mexicano consume anualmente casi 140 litros de esta bebida.

Y ENTONCES ¿QUE PROCEDE?

Para llegar a la homeostasis hace falta educación. Aunque nuestra cultura culinaria y adicciones se resistan, México se debe subir poco a poco al tren mundial  de la salud nutricional y el aprendizaje del cuidado del propio cuerpo. Gisela Ayala, jefa de información de la Federación Mexicana de Diabetes, nos cuenta que en México hay ya 18.5 millones de mexicanos con obesidad y/o sobrepeso (tres veces más que hace 20 años). “Si estás gordo y eres de los que siguen la dieta T (tacos, tortas, tamales), tomas demasiado refresco, utilizas el elevador en vez de subir las escaleras… estás en el camino de padecer diabetes.”

Afortunadamente, también nos ayuda a delinear en dónde tenemos que trabajar para regresar a un estilo de vida sano: “La gente que tiene diabetes lleva el estilo de vida que tendría que llevar todo mundo, con excepción del consumo de medicamentos”. Por lo tanto, se le recomienda a la población en general lo que recomendamos a los diabéticos: una actividad física constante (correr, caminar, bailar, hacer yoga, subir escaleras, cualquier cosa que te haga moverte). Al hacerlo  se oxigena la sangre, y tu insulina se vuelve más eficiente. Debe haber también una alimentación balanceada: disminuir el consumo de refrescos endulzados con azúcar, porque son una bomba de carbohidratos; debemos ser realistas de acuerdo con el estilo de vida de las ciudades y a la constitución y peso de cada quién, pero es necesario incluir fruta y verdura, disminuir el consumo de grasas animales, y consumir porciones moderadas de todos los grupos de alimentos (cereales -la mayor parte de las porciones-, proteínas -con predominio de carnes blancas sobre las rojas-, frutas -aunque pueda parecer que son de libre consumo, también hay que ingerirlas con moderación-, verduras -las más que se pueden y preferentemente sin cocer-, leguminosas -pocas, como complemento a las proteínas-, y lácteos preferentemente bajos en grasas, además de tomar mucha agua). Finalmente, no se trata de mal comer o no disfrutar de los alimentos; la dieta puede ser muy placentera, pero hay que evitar los “excesos”.

Se calcula que existen 300 millones de obesos en el mundo.

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