La Cámara de Comercio… ¿o la Cantina de Comercio? El Rooftop que amenaza con tragarse la institución
A mes y medio de terminar su gestión como presidente de la Cámara Nacional de Comercio, Servicios y Turismo de Tuxpan (CANACO), Raúl Patiño Blanco deja tras de sí no un legado gremial… sino un bar.
Se trata del establecimiento “La María Rooftop”, construido en la azotea del edificio histórico de la CANACO —propiedad colectiva de sus agremiados— y actualmente operado por personas cercanas al propio dirigente. Lejos de ser una inversión rentable, este proyecto hoy enfrenta una serie de irregularidades técnicas, contractuales y éticas que hacen temer lo peor: que la Cámara termine pagando la cuenta de un negocio privado.
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Un contrato, muchas dudas
De acuerdo con el contrato firmado el 24 de septiembre de 2024, la obra tendría un costo de $680,000 pesos y debía entregarse en diciembre del mismo año. No obstante, el constructor original, Alejandro Barragán Martínez, no concluyó la obra en el plazo estipulado, provocando supuestas afectaciones que ahora el ocupante pretende cobrar a la propia Cámara por un monto de $1,112,798.00. El presupuesto está TAN INFLADO, que cuesta lo mismo que una casa de dos pisos con terreno y todo en el fraccionamiento de moda Gran Cabo.
Entre los conceptos se incluyen anticipos de salarios, compra de insumos, impermeabilizantes, pisos, instalaciones eléctricas y una supuesta “inversión inmovilizada”, pero también gastos ajenos a la lógica gremial, como mobiliario para restaurante y una terraza que nunca se licitó públicamente.
¿Una cámara de comercio o una Cantina familiar?
La CANACO, históricamente dedicada a representar al comercio formal, eligió construir un bar en lugar de un espacio con vocación institucional. ¿Por qué no desarrollar oficinas en renta para el sector público o privado? Ejemplos sobran. El Gobierno suele rentar oficinas bien ubicadas para módulos de atención ciudadana. OXXO, por ejemplo, firma contratos de 10 años en propiedades ajenas, paga hasta $25,000 mensuales, invierte en construcción y, al final, respeta los términos pactados.
En contraste, el caso de “La María Rooftop” exhibe una estrategia inversa: construir con dinero de la Cámara para después exigir no pagar renta durante 10 años.
¿Qué pasa cuando construyes en propiedad ajena?
Jurídicamente, el caso es complejo. Si alguien edifica sobre un terreno que no le pertenece (como lo es el edificio de la CANACO, propiedad de todos sus socios), no puede apropiarse del inmueble sin autorización expresa, y mucho menos condicionar su uso por una década sin pagar.
De acuerdo con el Código Civil, las construcciones hechas en terreno ajeno pueden considerarse mejoras no reclamables si no hay contrato de arrendamiento, comodato o usufructo. Peor aún si el constructor reclama compensaciones por sobrecostos que no están avalados por asamblea alguna.
El riesgo de que extienda su mandato
Otra preocupación entre los socios es que Raúl Patiño Blanco busque extender su presidencia hasta marzo de 2026, con el fin de controlar la recaudación de afiliaciones y del SIEM, que ocurre mayoritariamente en los primeros tres meses del año. Esto podría dejarle un colchón económico justo antes de dejar el cargo… o de buscar otro.
¿Y la transparencia?
A la fecha, no hay evidencia pública de que el proyecto “La María” haya sido aprobado por el Consejo Directivo, ni de que se haya realizado una licitación transparente. Tampoco se ha presentado informe financiero, padrón actualizado de socios ni auditoría de los recursos ejercidos.
Exigen rendición de cuentas
Los socios tienen razones legítimas para exigir una auditoría técnica, financiera y legal. La CANACO no es un patrimonio particular, sino una institución gremial de más de 85 años de historia, construida con cuotas, tiempo y confianza del comercio organizado de Tuxpan.
Es urgente impedir una extensión irregular del mandato
Frente a esta situación, los socios deben actuar de inmediato para evitar que se prolongue el periodo del presidente más allá del plazo estatutario. De lo contrario, existe el riesgo de que se blinde administrativamente, tome control de las cuotas anuales y consolide el uso del inmueble como negocio personal, dejando a la CANACO desfondada y sin capacidad operativa.
En mi opinión, convertirla en un bar —y peor aún, pretender que sea un bar privado operado gratis por una década— no solo es incongruente. Es un insulto.


