El 9 de noviembre de 1926, bajo el gobierno del general Heriberto Jara Corona, la Gaceta Oficial del Estado de Veracruz publicó el Decreto Número 17, mediante el cual se extinguió la antigua congregación de Santiago de la Peña, anexando su territorio al municipio de Tuxpan de Rodríguez Cano.

Este hecho marcó un punto de inflexión en la historia local, consolidando la unión administrativa, social y económica de ambas márgenes del río Tuxpan, que hasta entonces habían mantenido identidades distintas.


🌉 De comunidad ribereña a zona urbana integrada

Antes del decreto, Santiago de la Peña existía como congregación separada de la cabecera municipal. Situada al otro lado del río, frente al centro histórico de Tuxpan, su población se dedicaba principalmente a la pesca, el comercio fluvial y la agricultura.

La decisión del gobernador Jara Corona de incorporar oficialmente a Santiago de la Peña al territorio tuxpeño respondió a la necesidad de fortalecer la administración pública y fomentar el desarrollo urbano. En esos años, el auge del comercio marítimo y la expansión portuaria comenzaban a transformar la economía local.

La anexión permitió unificar la planeación territorial, mejorar la recaudación fiscal y extender los servicios públicos —como alumbrado, agua potable y caminos— a la margen izquierda del río, favoreciendo la integración de ambas comunidades.


⚓ Una visión de progreso

El decreto de 1926 no solo representó un cambio jurídico, sino también una visión de futuro. Heriberto Jara, reconocido por sus políticas progresistas y de justicia social, buscaba con ello sentar las bases de un municipio más fuerte, unido por su vocación marítima y comercial.

Con el paso de las décadas, Santiago de la Peña dejó de ser una comunidad ribereña aislada para convertirse en una de las zonas más emblemáticas del municipio, hogar de familias tuxpeñas, escuelas, parroquias y centros de actividad económica.


🕊️ Un legado que perdura

A casi un siglo de aquel decreto, la integración de Santiago de la Peña sigue siendo símbolo de unidad y desarrollo. Su historia nos recuerda que las decisiones administrativas también pueden tener un profundo impacto humano: el de unir comunidades que el río separaba, pero que el progreso volvió inseparables.

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