La muerte viaja en el asiento 42
TUXPAN, VERACRUZ | Era un autobús como cualquier otro, con su aroma a café rancio y sueños postergados. Luis Hernández Coronado, de 72 años, tomó asiento en el número 42 del ADO con destino al puerto de Tuxpan, dejando atrás la Colonia Brownsville de Aldama, Tamaulipas, sin imaginar que ese viaje marcaría su último suspiro.
El trayecto comenzó en Tampico. Un amanecer perezoso iluminaba los rostros de los pasajeros que, como él, buscaban llegar a algún lugar o dejar algo atrás. Todo parecía normal hasta que, en algún punto de la autopista Tuxpan-Tampico, la vida decidió que ya no había más camino por recorrer para don Luis. Fue en Naranjos donde algo cambió. Sus ojos se abrieron como si vieran un horizonte distante, y luego, simplemente, se cerraron.
El resto del viaje fue un poema de incredulidad y silencio. Los pasajeros, incómodos en sus asientos, miraban de reojo al hombre que ya no respiraba. El conductor, quizás ignorando la gravedad o temiendo retrasos, continuó hacia su destino. La unidad 0763 llegó finalmente a la terminal de autobuses en la avenida Cuauhtémoc, en la colonia La Burocrática de Tuxpan. Fue ahí donde la muerte se bajó del autobús, dejando a su paso un cuerpo cuya alma ahora le pertenecía.
La escena pronto se llenó de uniformes. Policías municipales, elementos de la Secretaría de Seguridad Pública y hasta marinos acudieron al llamado, mientras los pasajeros abandonaban el lugar con pasos apresurados y murmullos ahogados. Los peritos criminalistas hicieron lo suyo: levantaron el cuerpo y lo trasladaron al SEMEFO, donde una necropsia confirmaría lo que ya parecía evidente. Un infarto fulminante había cortado el hilo de la vida de Luis Hernández Coronado.
Aunque la Fiscalía General abrió una carpeta de investigación, el destino parecía haber dictado un veredicto inapelable. Sin embargo, algo quedaba en el aire, algo que solo los que iban en ese autobús podían sentir. Porque cuando la muerte viaja contigo, deja un vacío que ni el tiempo puede llenar.
Hoy, en la terminal de Tuxpan, el asiento 42 sigue siendo solo un número más. Pero para quienes estuvieron allí, será siempre el lugar donde la muerte tomó el volante, recordando que el destino no siempre espera a que llegues.